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HISTORIA DE LA FORJA 37 El proceso culmina con la obtención del acero de la fragua catalana. Un metal que se puede clasificar de la siguiente manera: según las caracterís- ticas mecánicas, entre hierro común y hierro ‘bueno’ y, según si el masser era forjado o no, entre batido y vacío. El hierro ‘bueno’ era tal como se conocía al acero acerado, un metal más duro que el hierro común y que solía usarse para producir herramientas y limas. Las bondades del material [4] están estrechamente ligadas a una serie de hechos sucedidos durante el proceso. Por ejemplo, en el modo en que entra el aire por la tobera, rico en carbono, favorecía la formación de óxido de carbono en lugar del dióxido. El CO tiene tenía tal propiedad reductora que lograba reducir el óxido de hierro (III) en hierro. La inclusión de sulfuro procedente de las cenizas del carbón, siempre que fuera de manera dispersa en el metal, aumentaba su capaci- dad para manipularlo y, por lo tanto, facilitaba trabajar con él. Dicho azu- fre se concentraba en las inclusiones no metálicas de la microestructura. Y, por la parte de la escoria, dado que la mena contenía una pequeña cantidad de fluoruro cálcico, la temperatura de fusión de las escorias era menor por lo que era más fácil eliminarlas. El masser se forjaba a fin de elimi- nar escorias y poros y obtener así un acero neto. Este proceso se realizaba golpeando el masser caliente con un martillo. La escoria, en tanto que es un producto con textura y compor- tamiento vítreo, se mantenía fluido, aunque el masser fuera mayoritaria- mente sólido (no fluido). Así, al golpear el masser, la escoria salía proyectada escapando así del interior del masser de manera que, por compactación, se cerraban los espacios que pudieran quedar en su interior. Como resultado final se podían encon- trar en la microestructura poros con inclusiones no metálicas y poros vacíos. Dichas inclusiones conferían unas características especiales al acero ‘catalán’, unas bondades más propias de los materiales que, pos- teriormente, conoceremos como composites o materiales compues- tos. Dado que las inclusiones dentro de la microestructura del acero —que actuaba como agente—mejoraban las propiedades que teóricamente debía tener ese acero, que podía ser la fase de un material compuesto, resultaba un acero bajo en carbono de una cali- dad extraordinaria y con características superiores a otros materiales produci- dos por diferentes métodos de forja. Este material era muy importante para una sociedad que dependía, en gran parte, de los avances tecnológicos para avanzar y desarrollar nuevos sistemas de negocio, procesos industriales, agi- lizar las tareas diarias o la mejora de su propia vida. Por ello las fraguas eran las responsables de proporcio- nar una gran riqueza al territorio y a la sociedad. Además, la fragua catalana fue reconocida internacionalmente lo que conllevó importantes avances en Catalunya y España además de un enriquecimiento derivado de la exportación del material obtenido en todo el mundo. Ello explica que apa- recieran fraguas catalanas en otras partes del mundo, aunque no llega- rían a producir un material de calidad tan superior como la original: podían encontrarse en Córcega (Francia), Países Bajos, Alemania e incluso en las Indias Orientales, Madagascar, las cuencas del Orinoco (Venezuela) y del Misisipi (EE UU), entre otros. Desde el siglo XI, cuando apareció la primera fragua —aunque no se conoce- ría como fragua catalana hasta tiempo después—, este proceso permitió desa- rrollar y enriquecer la zona. El auge fue máximo en los siglos XVII y XVIII especialmente allí donde el mate- rial obtenido era tan alta calidad y las características tan notables que se extendió rápidamente por todo el territorio. A remolque de la fragua pudieron desarrollarse industrias como la de guerra, de clavos, de rejas, bienes de equipo, industria agrícola, etc. La decadencia de la fragua llegó por el empobrecimiento de los bosques y las minas, junto con la competencia tecno- lógica debido al bajo rendimiento del proceso. La comparación de éste con el de obtención de aceros en los altos hornos provocó una importante pér- dida de clientes y las fraguas catalanas iban cerrando al mismo ritmo que se construían nuevos altos hornos. El uso del coque como combustible supo- nía una competencia insalvable para las fraguas en lo que a temperatura se refiere. Las últimas que cerraron fue en 1874, concretamente las de Vallferrera, la zona pirenaica de la provincia de Lleida. En resumen, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la fragua catalana tuvo un impacto significativo en el desa- rrollo de la metalurgia y otros campos industriales. El material resultante de estas plantas proporcionó una ventaja muy significativa para la industria del país, poniéndolo en el punto de mira de Europa y el mundo. n REFERENCIAS [1] A. Gallardo i Garriga and S. Rubio i Tuduri, La Farga Catalana. 1930. [2] Eudald Graells i Puig, La indústria dels claus a Ripoll: Contribució a l’estudi de la farga cata- lana. Fundació Salvador Vives Casajuana, 1984. [3] Mylittleadventure, 'Visita al Taller de un forjador de espa- das'. [Online]. Available: https:// www.my l i t t l eadventur e . es/best-things/tokyo/tours/ tokio-visita-al-taller-de-un-forja- dor-de-espadas-ZLCogwRKwv. [Accessed: 24-Nov-2020]. [4] P. Molera i Solà, La farga. Dopesa 2, 1980.

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