M313 Industria Metalmecánica
METALES 'FANTÁSTICOS' 26 para obtener bronce, el cual eramucho más resistente, duro y tenaz que el cobre, con él se construyeron mejores armas, y mejores objetos y recipientes; pero si con ello no se contentaba el humano de entonces, la curiosidad y ansias de saber y experimentar, concibió otra nueva aleación mejor si cabía, el bronce arsenical. Dado que las culturas antiguas tam- bién tuvieron un gran contacto con el mercurio, no era de extrañar que, la gente no versada en materia de metalurgia, tuviese la idea de que los metales debían ser ‘cosa de los dioses’, otorgados al hombre como regalo de buena fe y comomuestra de su infinita sabiduría. De aquí que también se narrasen historias sobre sus capacida- des de trasmutación, de sanación, e incluso de prolongar la vida. Algunos eruditos, de culturas musulmanas, los primeros alquimistas, tomaron el tes- tigo de sabios griegos para intentar darle una explicación científica a las cualidades de los metales, forjando así unas enseñanzas mezcla de mitología y ciencia, describiendo su composición en elementos primarios agua, fuego, aire, tierra y un quinto elemento, el éter. Ya en nuestros tiempos, seguimos en búsqueda de nuevos elementos y nuevas aleaciones, queremos seguir avanzando, evolucionando, sin saber verdaderamente que nos espera en el siguiente escalafón de la pirámide. En términos metálicos se han encontrado los denominados ‘tierras raras’, con grandes cualidades de conducción eléctrica, perfectos para avanzar en materia de electrónica, con ellos se han podido minimizar los circuitos integrados llegando a poder desarrollar consolas, e incluso los ya tan necesa- rios ‘smartphones’. También se han sintetizado nuevas aleaciones como el Nitinol, (compuesto de Níquel y titanio casi al 50%, un curioso metal posee memoria de forma y superelasticidad), y teorizado con nuevos metales, hasta el punto de saber que es posible, demostrar teóricamente que dicha aleación existe, pero no poder llevarla a cabo por falta de la energía necesaria para realizar la fusión nuclear. Descubrimos nuevas partículas y formulamos nuevas teorías que nos hacen sentir como aquellos primeros científicos, tan acertados en la obten- ción y manipulación de los metales, pero tan erráticos a la hora de intentar explicar su origen y composición, es una sensación emocionante, compa- rable al subidón de adrenalina que se tiene al subir al Dragón Khan, esto pone en perspectiva el valor del conocimiento, ver que, en realidad, no importa cuánto tiempo pasa, porque lo que se sabe ahora, no se sabía hace mil años, pero lo que sabe un humano de dentro de mil años, no lo sabemos nosotros, algo que para ellos es común y evidente, fácil de corroborar, para nosotros, ahora, en este instante nos es desconocido, e impensable. Con todo ello, casi podríamos definir nuestro actual comportamiento con las siguientes palabras, por parafra- sear a un gran personaje de la ciencia ficción, perteneciente a la saga de ‘La Guerra de las Galaxias’: “Siempre ha desviado su mirada hacia el futuro, hacia el horizonte, su mente nunca ha estado dónde él estaba, eh?!”- Yoda. Bajo esta misma idea podríamos decir que, tanto como las gentes de antaño a los que no se les aleccionaba de metales, ni metalurgia, hoy en día son todavía grandes desconocidos, tanto o más que los que aparecen en los relatos, las novelas épicas y grá- ficas de ciencia ficción modernas, o los protagonistas de las leyendas, los cantares e historias mitológicas de las culturas antiguas. La televisión es una gran arma de ense- ñanza, a través de la cual, absorbemos tanto consciente como inconscien- temente, gran cantidad de datos al día. Estos datos son un popurrí de verdades y mentiras, a veces tan bien entremezcladas que nuestro cerebro consigue recordar toda la información sin reconocer una de otra. A pesar de las asignaturas de química en las enseñanzas elementales, falta mucha parte práctica que ayude a asentar conceptos tan básicos como el peso del oro, o que el mercurio no es Figura 3: Secuencia final de la película The Italian Job (1969), que ha trascendido debido al dilema que plantea y el suspense con el que deja al público, mostrando el verdadero peso del oro. Este artículo muestra con ejemplos algunas de las ‘inexactitudes’ que por descuido o desconocimiento se sufren día a día en la pantalla, creando así una capa muy tupida de desinformación en la mente del espectador
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