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“Somos un instrumento al servicio de un sector y de una necesidad, que no es otra que la de aportar nuestra ayuda a transformar las ciudades”, apunta Ugo Valenti 14 ENTREVISTA Además, Barcelona como ciudad siempre ha apostado por el concepto de 'smart city' e incluso ha abanderado iniciativas que se han convertido en referencia mundial. Sin duda, esa apuesta también ha contribuido al éxito del evento. Si, además, unimos a esto que Barcelona es conocida internacionalmente como un centro de innovación con un gran atractivo como destino turístico y la reputación de Fira de Barcelona en la organización de grandes eventos mundiales, la combinación es difícil de igualar. ¿Puede una ciudad morir de éxito? ¿Corren ese riesgo ciudades como Barcelona u otras como las principales urbes europeas? ¿Se puede evitar la gentrificación de barrios? ¿Es asumible, desde el punto de vista social, la expulsión de los residentes habituales de zonas colonizadas por negocios dirigidos a turistas, un mal casi generalizado en muchas ciudades españolas? Una ciudad puede, en cierto sentido, “morir de éxito” cuando su popularidad y atractivo generan problemas que comprometen la calidad de vida de sus residentes. La gentrificación es uno de los efectos más visibles, donde los residentes de toda la vida son desplazados por el encarecimiento de los alquileres y la expansión de negocios orientados exclusivamente a turistas. En Barcelona, el turismo ha transformado áreas como el Barrio Gótico o El Raval. Esto ha incrementado los precios de la vivienda y reducido la oferta de servicios locales. Pongo como ejemplo Barcelona porque se trata de mi ciudad y por tanto una realidad que vivo a diario, pero la situación también es visible en otras ciudades europeas como Ámsterdam o Venecia, donde la afluencia de turistas ha tenido un impacto profundo en la vida diaria y en el tejido social. Pero no se trata de situaciones sin solución. Para evitar este fenómeno se pueden implementar normativas municipales que regulen el número de apartamentos turísticos o su presencia en áreas residenciales, algo que, por ejemplo, Barcelona ha comenzado a hacer con restricciones al alojamiento turístico en ciertos barrios. En última instancia, para evitar que una ciudad “muera de éxito” es esencial priorizar las necesidades de los residentes sobre las de la industria turística y tener gobiernos municipales capaces de anticiparse a las situaciones y trabajar con la comunidad para buscar un equilibrio entre el crecimiento económico y la justicia social. ¿Cuál es el secreto para que SCEWC siga siendo, con el paso de los años, el evento de referencia internacional entre los salones dedicados a las ciudades inteligentes? ¿Hasta qué punto la marca Barcelona es un apoyo para mantener esa posición? El secreto de SCEWC radica en su capacidad para adaptarse a las necesidades de las ciudades y anticiparse a las tendencias. Cuando el concepto de ciudad inteligente daba sus primeros pasos, se hacía gran hincapié en un uso intensivo de la tecnología. Hoy la tecnología es un eslabón más, importante sin duda, pero uno más de los que componen la cadena de desarrollo de las ciudades del futuro. Smart City Expo fue uno de los primeros foros donde se apostó por este nuevo enfoque más centrado en el ciudadano y menos en la tecnología por sí misma.

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