Se distinguen de los sistemas de difusión en diversos aspectos: ofrecen valores de los niveles de ajuste de las alarmas más bajos que los usuales en los detectores del tipo difusión, pues están dotados de sensores ultra sensibles con LDM muy bajo (10 ppm y menores); los puntos de recogida de las muestras son más numerosos y se colocan cerca de los posible orígenes de las fugas, con lo que se miden y monitorizan las fugas prácticamente antes de que se difundan en el ambiente; cumplen también con los requisitos que exige la legislación relacionados con las medidas de seguridad para personas y bienes. Aparentemente estos sistemas de aspiración de las muestras de airegas parece más adecuado cuando se trate de evitar tanto las pequeñas fugas de refrigerante como la seguridad de las instalaciones. Pero tampoco están exentos de desventajas, por lo que la comparación entre ambos sistemas tendrá que ser rigurosa, considerando ventajas e inconvenientes de los dos. Para una seria comparación se valorarán sus respectivas propiedades. Para empezar, los niveles de alarm a de ambas aplicaciones son diferentes: en los destinados a la seguridad, los niveles de ajuste de las alarmas para los refrigerantes sintéticos A1, resultantes de las condiciones establecidas en el reglamento de seguridad (RSIF) son más altos, aunque sin llegar a afectar a la salud de las personas, usualmente del orden de 100 ppm, mientras que en la lucha contra las fugas de refrigerante los niveles de primera alarma es necesario que sean notablemente más bajos incluso inferiores a 10 ppm. La razón de esta exigencia es que, en el caso de la reducción de la carga de gas en los circuitos, pequeñas fugas inferiores por ejemplo a 20 ppm, si no se detectan y eliminan a tiempo, van reduciendo la carga paulatinamente hasta llegar a producir un déficit perjudicial. Primero se consumirá la carga de reserva que pueda tener el circuito y a continuación se irá fugando parte de la carga nominal de la instalación, salvo en los sistemas de carga crítica en los cuales la pérdida de gas nominal se produce desde el comienzo de la fuga. Por consiguiente, la mayoría de los detectores disponibles en el mercado destinados a proteger las personas y bienes son muy adecuados y eficaces para estos fines, pero, salvo excepciones y especificaciones, no siempre son los más apropiados para evitar, con la rapidez y la sensibilidad deseables, las pequeñas fugas de gas que terminarán provocando los efectos tan negativos en los consumos eléctricos y otros daños colaterales. Sin embargo, los comúnmente llamados monitores equipados con componentes que los dotan de una ultra sensibilidad, capaces de detectar con rapidez pequeñas fugas de refrigerante recogiendo las muestras cerca de donde aparecen, constituyen una herramienta eficaz para la detección de pequeñas concentraciones. Son efectivos, igualmente, para cumplir con las exigencias en el aspecto de la seguridad de las instalaciones, por lo que no hay que repetir los sistemas. Por otra parte, los detectores de difusión tradicionales, con sensores locales o remotos, se ubican en número más bien reducido en las zonas sospechosas de acumular las mayores concentraciones del refrigerante en el ambiente (espacios en salas de máquinas, puentes de válvulas, líneas de descarga de las válvulas de seguridad y similares), esperando acertar en que los puntos decididos para su emplazamiento sean los adecuados. Con los sistemas de monitores de aspiración instalados para la reducción y monitorización de fugas con la misión de alertar de que la instalación frigorífica está perdiendo carga de refrigerante, la colocación de los puntos de muestra para las fugas no se deja tanto a la casualidad. Se emplean más unidades y no se ubican simplemente en el espacio, sino lo más cerca posible a la probable aparición de fugas (compresores, bombas de refrigerantes, vástagos de válvulas automáticas, evaporadores, condensadores, galerías de tuberías, etc.) SOBRECOSTES DE PRODUCCIÓN CAUSADOS POR LAS FUGAS Sin duda, el gas fugado representa un coste económico adicional significativo y se debe de combatir, pero, en general el más elevado es el causado por el exceso del consumo de energía al ir perdiendo carga de gas la instalación. Estos problemas son más acentuados en el caso de la refrigeración comercial y la industrial de tamaño medio, es decir, en aquellas en las que se utilizan en mayor medida los refrigerantes sintéticos, pues con ellos las instalaciones son, en general, más sensibles a las fugas, llevan menor reserva de carga (o ninguna los de carga crítica) y los gases son mucho más caros por las tasas a las que están sometidos. En las instalaciones con carga crítica, al no llevar ninguna reserva, los efectos de la pérdida de refrigerantes sobre el consumo de energía son inmediatos. En el resto, las primeras fugas serán a cargo de las reservas y será una vez agotada ésta, cuando empiece a mermar la eficiencia de la instalación, a subir el consumo energético y como resultado el gasto eléctrico al que habrá que sumar el del gas fugado y los gastos derivados de eventuales reparaciones o paradas de la instalación que se pueden ocasionar por el trabajar a bajas cargas. EL MANTENIMIENTO El mantenimiento de las instalaciones de refrigeración no puede limitarse a la reparación de los elementos que puedan fallar, sino que cada vez ganan más peso las tareas destinadas a mejorar los resultados económicos de su funcionamiento, como son el coste de la producción frigorífica, el con118 REFRIGERACION
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx