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ENTREVISTA 58 ¿Cómo valora la intervención estatal y el establecimiento de un tope al precio del gas? El hecho de intervenir y poner un tope el precio del gas ha tenido beneficios en la industria. Sin embargo, este tope ha intervenido sobre el precio eléctrico. Y esto viene de cómo construimos el precio eléctrico: todavía tenemos un mercado marginalista donde hay que hacer una casación diaria y en función de la oferta y la demanda se fija el precio. Si lo miramos desde el punto de vista del usuario final ha sido una mejora, aunque para aquellos que la generan los puede haber penalizado económicamente. ¿Se conseguirá reducir la dependencia energética en los próximos años? Si analizamos los últimos años, parece bastante improbable. Dependerá de la estrategia de país, de los objetivos y de una hoja de ruta a medio plazo para ir revisando si vamos en el buen camino. Hay que ponernos objetivos asumibles, definir un objetivo final, y sobre todo ponernos metas más allá de 2030 y 2050 con el fin de alcanzar los objetivos climáticos. Esto nos permitirá ver si nos estamos desviando y adaptarnos en caso de que el contexto sea diferente, como ahora mismo con la guerra en Ucrania. ¿Qué más hay que hacer para acelerar el proceso de implantación de renovables? Es clave la agilidad para aprobar proyectos, dimensionar y digitalizar la red, además de concienciar a la sociedad y a la población. En comarcas todavía se concibe que se les hace generar la energía que se consumirá en Barcelona. Pero si se realizan instalaciones en comarcas es porque hay zonas donde es viable hacerlo. En ciudad es evidente que se debe seguir impulsando el autoconsumo y el ahorro energético, pero no bastará. Hay que concienciar a todo el país de que la autonomía energética es clave para el futuro de todos y hay que aceptar que tenemos que crecer en infraestructura allí donde está el recurso (sol, viento y agua). ¿Será compatible el despliegue masivo de las renovables y la sostenibilidad? Obviamente se debe hacer una ocupación mínima del territorio. Por lo tanto, todo pasa por una estrategia, una planificación y una priorización. Como país debemos llegar a unos acuerdos por la energía y trabajar conjuntamente para que esta transición tenga el mínimo impacto. La eficiencia energética es clave en este punto. La eficiencia energética deberá jugar un papel mucho más importante. Me atrevería a decir que prioritario. Todo lo que ahorramos será energía que podremos utilizar más adelante (cuando llegue el almacenamiento) o de la que ya no nos hará falta preocuparnos por su procedencia. De estamanera mediante la priorización de actividades podremos ser más sostenibles, optimizar los recursos y probablemente descartar ciertos proyectos que afecten al territorio. Sin lugar a dudas, tenemos que ir hacia la eficiencia energética y esa debería ser la prioridad número uno de país. Hay otros vectores energéticos que están en auge como el hidrógeno verde. ¿Cuál cree usted que será su papel en los próximos años? Hoy por hoy todavía conlleva una inversión en infraestructura muy grande y un gasto energético elevado para producir hidrógeno verde. Como tecnología es viable e irá incrementando su presencia. Creo que en un futuro será muy importante para el transporte de medio y largo recorrido, y también para industrias donde hacen falta procesos térmicos de alta temperatura. Sin embargo, no olvidemos que el hidrógeno vendrá dado por la electrificación. Por lo tanto, creo que antes de llegar al hidrógeno hay que llegar a una plena electrificación. ¿Qué opina de la posible conexión submarina BarMar para transportar hidrógeno verde? Este tipo de proyectos suponen un riesgo, pero si nunca arriesgamos no seremos capaces de ir adelante. De hecho, hay que empezar a definir una estrategia y construir una infraestructura para poder transportar y distribuir el hidrógeno verde. Las comunidades energéticas también están llamadas a ser un motor para hacer posible el cambio de modelo energético. Toda iniciativa es positiva y las comunidades energéticas sumarán. Lo importante para mí es que generan concienciación y llegan a la parte más ciudadana. Aun así, el autoconsumo compartido aún no llega a las zonas más densamente pobladas. Estamos en un momento de transición. Hace cinco o diez años no hablábamos de todo esto y hemos avanzado mucho. A veces somos más críticos de lo que no hemos hecho, más que de lo que hemos hecho. Hoy por hoy, tenemos un nivel de concienciación que antes no teníamos. En el sector energético venimos de una dependencia que nadie discutía, del petróleo y el gas, y se ha hecho un ejercicio muy importante que ha sido huir del carbón. ¿Incrementar el número de profesionales en el sector es uno de los retos a alcanzar? Sí, tenemos una carencia de formación profesional en este país. Desde el CEEC hemos hecho una apuesta decidida por la formación y hay que seguir impulsándola en los próximos años. Claro que no venimos a quitarle el puesto a las universidades o los centros de formación, pero debemos transmitir esta necesidad y tractorar programas formativos de valor añadido a raíz de las necesidades que detectamos conjuntamente con nuestros socios. n

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