IN592-El Instalador

TRIBUNA DE OPINIÓN 52 Esto es así porque en los años 50 y 70, en Estados Unidos e Inglaterra, estu- dios llevados a cabo por los organismos reguladores, determinaron de forma experimental, que la evacuación de agua dentro de las bajantes producía unas presiones y depresiones en las tuberías de evacuación de ± 250 Pa (25 mmca), de ahí que a los cierres hidráu- licos se les exija el doble de “capacidad” como medida de seguridad. Del mismo modo, se exigen sistemas de ventilación de estas bajantes que permitan compensar las presiones y depresiones que ocurren en su interior, causantes del descebe de los sifones. Varios estudios sugieren, que estas transiciones de presión se propagan a velocidades superiores a 320 m/s, por lo que estos cambios ocurren de forma tan rápida que los sistemas de ventilación “tradicionales”, deberían tener diámetros superiores a las pro- pias tuberías a las que protegen para lograr ser efectivos. Hoy día, la mayoría de los proyectos, justifican las instalaciones de fontanería de acuerdo con las tablas presentes en el CTE, las cuales, a su vez, están basadas en normativas que en algu- nos casos se remonta a los años 70. Afortunadamente, los modernos pro- gramas ayudan a justificar los cálculos en caudales de evacuación según las fórmulas de Manning, Wyly-Eaton, Dawson y Hunter, pero en menor medida los cálculos tienen en cuenta las sobrepresiones o depresiones de sistemas en carga, que pueden ocu- rrir de forma puntual. En la práctica, todos conocemos casos en los que las instalaciones simple- mente no funcionan bien. Se producen descebes en los sifones de las plantas inferiores, o de las plantas superiores de los edificios. Estos pueden resultar molestos para el usuario debido a los malos olores que causan, pero también pueden ser igualmente peligrosos, al ser un punto en el que patógenos que se encuentran presentes en las redes de saneamiento, podrían entrar en contacto con los usuarios de estas. Y es que el mismo hecho de tirar de la cadena puede producir fluidos en suspensión y no solo en el inodoro, que sería el caso más extremo, tam- bién en los sistemas de evacuación del edificio donde se producen, asi- mismo, aerosoles, convirtiéndolos en posibles puntos de contagio. LA SOLUCIÓN Mantener el sifón lleno de agua es esencial para que actúe como barrera de protección. Podemos ayudar a diseñar las redes de saneamiento, de forma que no se produzcan ele- mentos transitorios indeseados que vacíen los sifones, o podemos emplear sifones con barreras mecánicas que eviten el paso de bacterias, pero no sean sensibles a estas oscilaciones que succionan el agua, o a altas tempera- turas, que puedan llegar a evaporarla. En cuanto a las redes de saneamiento, en el caso de que ya estén instaladas, puede no ser realista realizar costosas intervenciones que rediseñen los diá- metros de tuberías, pero sí se pueden instalar elementos activos tales como las válvulas de aireación, que permi- ten la entrada de aire en la bajante cuando se producen depresiones y que evitan los efectos transitorios negativos (depresiones) que desceban las instalaciones. Para los transitorios positivos, disponemos de dispositivos como el P.A.P.A. (atenuador de pre- siones positivas) que actúan como un regulador que absorbe estas sobrepresiones de forma rápida, y las devuelve a la red de forma más lenta, evitando efectos negativos en el resto de la instalación. Por último, es importante también realizar una inspección periódica en la red, para controlar el buen estado de esta, la ausencia de fugas, malas conexiones entre las tuberías y los accesorios, o la presencia de acu- mulaciones de residuos en la misma que impidan su correcto funciona- miento. Todo esto es básico para prevenir un mal funcionamiento y proteger a los usuarios. En definitiva, como industria debemos trabajar para que se actualicen los códigos técnicos y estándares de acuerdo con las mejores prácticas y que estos sean efectivos. n

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