IG306 - Ingeopres

78 MPRESA E NUESTRA VISIÓN DEL HOY Y DEL MAÑANA La necesidad de reducir las emisiones de CO2 para cumplir con los objetivos del 2023 y 2050 está marcando la actualidad del sector del hormigón y del cemento. Se están introduciendo nuevos cementos más sostenibles en el mercado y el sector del hormigón debe encajarlos sin permitirse mermas en las prestaciones del hormigón y de forma económicamente viable. Todo un reto que justo ha empezado y que con toda certeza no terminará aquí. Si hoy estamos hablando de sustituir CEM II/A por CEM II/B, el reto de mañana será sustituir CEM II/B por CEM II/C. Los requisitos de descarbonización así lo exigirán, y debemos estar preparados para ofrecer soluciones cuando esto suceda. El desarrollo sostenible de la construcción con hormigón no se reducirá a la sustitución de los cementos actuales por cementos con menor huella de carbono. No olvidemos que la fabricación de hormigón acarrea un enorme consumo de recursos naturales finitos, y más temprano que tarde aparecerán restricciones para la extracción de áridos naturales y el consumo de agua. Pero el hormigón tiene una gran virtud que ningún otro material de construcción tiene: puede revalorizar residuos y subproductos incorporándolos en su composición e inmovilizarlos de forma permanente, sin que esto implique sacrificar prestaciones. De hecho, siempre ha sido así. De otro modo, las cenizas de las centrales térmicas o las escorias de alto horno hoy serían residuos destinados a acumularse en vertederos. Todo apunta a que esta capacidad recicladora del hormigón marcará su desarrollo futuro. Emplear áridos reciclados o maximizar el uso de adiciones va en esta dirección. El empleo de áridos reciclados sin duda alguna tendrá su momento y tarde o temprano lo que hoy es una elección voluntaria mañana será una obligación (en muchos países de Europa ya es obligatorio emplear una fracción de áridos reciclado en el hormigón). Pero el concepto de árido reciclado probablemente adquirirá más envergadura en el futuro y no quedará reducido simplemente a emplear residuos de demolición de hormigón. Considerar la reutilización de otros residuos industriales para incorporarlos en el hormigón en forma de árido, como por ejemplo plásticos, está en la agenda de muchos científicos, y deberán desarrollarse tecnologías que lo permitan de forma viable. El próximo gran reto que el sector del hormigón deberá enfrentar es la escasez de arenas de calidad. La UNEP lleva tiempo anunciando este problema, y anima al sector a actuar en consecuencia. Las soluciones propuestas van más allá de la sustitución de arenas naturales por arenas artificiales. El empleo de arenas provenientes de procesos industriales o de residuos urbanos será la solución ante la progresiva escasez de arenas, con las complejidades técnicas que esto implicará. Y para reducir el consumo de agua, todo apunta a que en el futuro amasaremos el hormigón con aguas recicladas o incluso residuales, y deberemos poder hacerlo sin perjudicar la durabilidad de las estructuras. Se requerirán nuevas soluciones para todo esto. Nosotros vemos el hormigón del mañana como el gran revalorizador, compuesto por cementos de baja huella de carbono fabricados con subproductos industriales, con áridos y arenas de origen no natural y amasado con aguas residuales, promoviendo la circularidad de los procesos industriales y al mismo tiempo minimizando el consumo de recursos naturales. Y con estos ingredientes deberemos ser capaces de producir hormigones de mayor categoría resistente para construir con secciones más esbeltas y durables. Estamos convencidos que el desarrollo de la tecnología de la química va a permitir materializar estos horizontes con éxito. De este modo, el hormigón no solamente será un material con menor huella de carbono, además será un gran reciclador y un elemento clave para consolidar la economía circular y el desarrollo sostenible del sector. Esta será la clave para que el hormigón siga siendo el material de construcción más empleado en el mundo en el futuro. l

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