TRIBUNA DE OPINIÓN 90 doso del Código Estructural y en el que la industria del cemento se ha implicado de manera muy directa. Gracias al ICES, el nuevo Código Estructural puede calcular y valorar cuantitativamente la sostenibilidad de las estructuras, y además puede hacerlo desde una amplia perspectiva que abarca lo social, económico, prestacional y medioambiental. Evalúa la sostenibilidad de la estructura a través de la contribución de los agentes implicados en ella, con parámetros tan diversos como las emisiones de gases de efecto invernadero, el reciclado de materiales, el consumo de energía, la utilización de energías renovables, el control de emisiones y ruidos, los índices de accidentabilidad o las actividades de contribución a la comunidad en el entorno de nuestras fábricas. Por todo ello, las estructuras a las que se exijan altos ICES lograrán activos construidos significativamente más sostenibles puesto que los agentes que participen tendrán a su vez contribuciones más altas. Hay que destacar que el ICES es un índice que se calcula con los suministros reales en obra, es decir, no es un cálculo teórico, no es una declaración de intenciones, es una contribución real de los mejores, entre cada agente, para lograr el objetivo común exigido a la estructura. Esta potente herramienta de mejora debe contar con el impulso definitivo de las Administraciones para que la demanda del ICES en sus pliegos de contratación sea una constante ineludible. Solo así podremos situarnos, como país, a la cabeza en estructuras fiables y sostenibles. OTRAS APORTACIONES La contribución de cada agente se materializa a través de los denominados Distintivos de Sostenibilidad Oficialmente Reconocidos (DSORs), que garantizan que la metodología seguida para el cálculo de los indicadores de sostenibilidad de cada agente es veraz y se encuentra debidamente documentada. Desde el sector cementero hemos contribuido a la definición de los DSOR para nuestros productos en el contexto de la nueva Marca Ns de AENOR y estamos desarrollando una herramienta de cálculo del ICES, junto con otros agentes, para que el cálculo de este indicador resulte sencillo, tanto para el autor del proyecto como para la dirección facultativa. Otro de los grandes aspectos a tener en cuenta en el nuevo código es su apuesta por la calidad y durabilidad del hormigón, incluyendo su dosificación y la utilización del tipo de cemento más apropiado en cada caso. Se mantienen, además, los Distintivos de Calidad Oficialmente Reconocidos (DCOR), equivalentes a los DOR de la EHE-08. Finamente, no podemos olvidar reseñar que el Código Estructural nos alinea con la normativa europea en lo que se refiere al proyecto y dimensionamiento de estructuras, regulando las cuestiones relativas a las bases de proyecto y análisis de las estructuras, de acuerdo con los Eurocódigos. Pero los desarrollos técnicos no son los únicos elementos clave para el cumplimiento de los objetivos de descarbonización. Es necesario que el Código Estructural se adapte de manera ágil, a los profundos cambios que la industria de los productos de construcción enfrenta a corto y medio plazo. Estos cambios están relacionados, por ejemplo, con la nueva generación de cementos y hormigones bajos en carbono que, a su vez, cumplen con las prestaciones de siempre, garantizando la fiabilidad estructural y durabilidad necesarias. EL SECTOR CEMENTERO SE ANTICIPA A LAS EXIGENCIAS DE DESCARBONIZACIÓN PARA 2030 Desde el sector del cemento nos estamos anticipando ya a las exigencias en materia de descarbonización para el año 2030 y hemos desarrollado la nueva norma UNE EN 197-5 de cementos compuestos, que permite un uso más intensivo de adiciones, cuya inclusión en el nuevo Código Estructural es muy necesaria para lograr los compromisos climáticos asumidos por el sector. De hecho, algunos de estos parámetros ya estaban incluidos en nuestra Hoja de ruta para alcanzar la neutralidad climática en 2050, presentada hace un año, y que nos situó como uno de los sectores pioneros en nuestro
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