ENTREVISTA 66 ¿Podría decirme algún ejemplo? Le hablo por ejemplo de una reciente campaña de Farchioni sobre aceite y olivar, que mostraba fincas de olivos en zonas marginales montañosas junto a otras explotaciones agropecuarias. Es la agricultura heroica, protagonizada por los que cuidan de su tierra y a la vez preservan el paisaje y la cultura relacionados intrínsecamente con este cultivo milenario. Es un ejemplo de cómo en Italia hemos aprendido a dar valor añadido a nuestra escasa producción. Otro ejemplo es lo que se está piloteando en Umbria. En esta región, hay un olivo de 1.800 años que es muy famoso: el Olivo di Sant Emiliano, que forma parte del Camino del olivo entre Asís y Spoleto. Por su belleza y conexión con el aceite de oliva, los habitantes de la región están pidiendo a la UNESCO que reconozcan esta ruta como la “Fascia Olivata Assisi-Spoleto”. ¿En qué países exportáis más? Estados Unidos siempre ha sido nuestro mayor cliente. A finales del 1800, después de la unificación del país y de expandirse la pobreza sobre todo en el sur de Italia, hubo una migración muy importante hacia los Estados Unidos. Desde entonces hemos tenido una relación excelente con este país y el arraigo con Italia de tantas familias sigue siendo un excelente recurso de negocio. Hablemos ahora de las variedades de aceituna italiana. ¿Qué se cultiva y cuáles son las más rentables? En Italia hay entre 550 a 580 variedades. Cada región cultiva la suya. Las más conocidas son frantoio, leccino, y por supuesto la coratina, que en los años 80 supuso la última gran inversión del agricultor italiano, que apostó por nuevas plantaciones de esta variedad por su elevado rendimiento en grasa. Hoy día los AOVE de coratina son de los más demandados y valorados en el mercado internacional por sus excelentes cualidades organolépticas. ¿Cómo ve el futuro del olivar italiano? Soy optimista. El olivar tradicional sigue dominado la superficie cultivada, al igual que en España, pero ya comenzamos a ver agricultura intensiva en seto. Poca, pero la hay, principalmente de la mano de la empresa española Agromillora, que está empezando a implantar olivar en seto en colaboración con las universidades de Bari y Florencia, con las que ha desarrollado dos nuevas variedades: lecciana y sultana. Ambas están ya en el mercado con muy buenos resultados en producción y resistencia a enfermedades. Y hay además dos nuevas variedades en desarrollo: florentia y brunella. El olivar tiene forzosamente que evolucionar hacia formas de cultivo más sostenibles y rentables, es la única forma de poder seguir abasteciendo el mercado futuro con nuestro preciado aceite virgen extra. Olivar de la Toscana, en la zona de Bolgheri.
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