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OLIVICULTURA 72 titividad por el agua, pues conviven en su olivar con destino a producción de Aceite de Oliva Virgen Extra, sus cerezos para producción de cerezas de consumo en fresco, almendros, pistacheros y otros frutales de pepita. Sus parcelas se encuentran distribuidas en el término municipal de Castillo de Locubín, en plena Sierra Sur de Jaén. Una zona caracterizada por una orografía singular de montaña. Su experiencia al respecto es vasta, pues su proyecto como agricultor dio comienzo a finales del 2014, tras comenzar sus estudios en Ingeniería Agronómica. “Viendo los problemas que estaban agravándose en la explotación agrícola familiar, provocados por la baja productividad por una gran pérdida de suelo agrícola fértil”, asegura, “debido a la puesta en práctica de manejos del suelo no respetuosos con el medio ambiente en la explotación familiar de olivar tradicional”. A estos problemas, se le sumaban otros problemas económicos, sociales y medioambientales. Esta distribución de sus cultivos para evitar esa competitividad por el agua y los nutrientes, “hace que el manejo sea más complejo, pero para ello nos basamos en estudios científico-técnicos que nos apoyan en las decisiones a la hora de implantar un nuevo cultivo sin interferir en el olivar”, cultivo principal de la explotación. Así, aprovechan “de forma sostenible toda la superficie agrícola de la que disponemos, creando una simbiosis entre cultivos y biodiversidad, esta última generada y asociada a cada cultivo”. Esto va ligado a un compromiso por realizar una buena gestión del suelo-agua-cultivo, para lo que implementan una serie de Buenas Prácticas Agrícolas Sostenibles (BPAS). La implantación de cubiertas vegetales ofrece una importante mejora en la transitabilidad o traficabilidad de los tractores y las máquinas, se reducen los tiempos de trabajo por hectárea y, si se manejan bien, son más rentables y a medio plazo aumenta la productividad EJEMPLO DE BUENAS PRÁCTICAS AGRÍCOLAS SOSTENIBLES EN OLIVAR El uso de las cubiertas vegetales en el olivar ofrece una serie de ventajas agronómicas y ambientales, como el control de la erosión y la reducción de la escorrentía, con lo que se aprovecha mejor el agua. Esto a su vez reduce el peligro de contaminación por agroquímicos, "ya que no hay arrastre de sedimentos y se reduce el del agua”, según Jesús Gil. A ello se suma que “se secuestra carbono por el suelo aumentando su contenido de materia orgánica y con ella su calidad y productividad, hay más biodiversidad, como por ejemplo las lombrices, que aumentan un 700%”. Sobre cuáles son las cubiertas vegetales más recomendables, Gil sostiene que “no hay recomendacio-

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