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RIEGO 41 INTRODUCCIÓN El agua es en recurso natural escaso sometido a niveles de explotación crecientes a lo largo del mundo. Unos 1.400 millones de personas viven actualmente en cuencas hidrográficas con alto estrés hídrico ambiental, siendo el nivel de estrés especialmente relevante en los países del arco Mediterráneo (Smakhtin et al., 2004). Este fenómeno de sobreexplotación también es frecuente para las aguas subterráneas, dado que millones de pozos se encuentran en riesgo de secarse si descienden los niveles freáticos (Jasechko y Perrone, 2021). Por otro lado, las sequías son cada vez más recurrentes y sus impactos más severos (Poljansek et al., 2017), lo que, unido a otros efectos esperados con el cambio climático (CC), como el incremento de las temperaturas y una mayor presión sobre los recursos hídricos (IPPC, 2016), incrementa la necesidad de gestionar el agua de la forma más eficiente posible para la supervivencia y bienestar humanos. En zonas de mayor riesgo y con menor capacidad de adaptación, las consecuencias del CC pueden llegar a ser críticas, pudiendo impactar la seguridad hídrica sobre la seguridad alimentaria de la población (Flörke et al, 2018, ), y sobre la rentabilidad de las actividades económicas más sensibles a la disponibilidad de recursos hídricos, como es la agricultura (Pellicer-Martínez y Martínez-Paz 2018). La agricultura intensiva sostenible se presenta como una alternativa técnica y económicamente viable para compatibilizar la producción de alimentos saludables y en cantidad suficiente para alimentar a la creciente población, con un manejo de los cultivos compatible con el medio ambiente, la mejora la biodiversidad y el paisaje, y unas condiciones de vida más favorables para los habitantes de zonas rurales (Garnett et al., 2013). En un contexto de escasez de recursos hídricos, la gestión del agua de riego deberá adaptarse a la situación hídrica y económica de las explotaciones, de manera que contribuya a maximizar su rentabilidad. Para ello, el agricultor puede actuar sobre tres parámetros: el método de riego, la estrategia de riego, y la programación del riego. El método de riego hace referencia a cómo se aplica el agua: riego por sucos, por aspersión, por goteo…La estrategia establece cómo se quiere regar, si aplicando tanta agua como demande el cultivo o con riegos deficitarios. Finalmente, la programación del riego se refiere al uso de un método adecuado para establecer, con la mayor precisión posible, cuándo debo regar a lo largo de la estación de riego y con qué cantidad de agua. Para ello, la comunidad científica ha desarrollado estrategias de riego deficitario que permiten reducir significativamente los aportes de riego con un impacto nulo, o reducido, en el rendimiento del cultivo. Destaca, entre ellas, el riego deficitario sostenido, con el que se aporta una fracción determinada de la demanda del cultivo a lo largo de toda la estación de riego (Goldhamer et al., 2006); o el riego deficitario controlado, con el que la fracción aportada varía dependiendo de la sensibilidad del cultivo al estrés hídrico en sus distintos estados fenológicos (Chalmers et al., 1981). Estas estrategias, junto con el conocimiento del cultivo y una programación del riego apropiada, permitirán que los agricultores puedan maximizar los beneficios de sus explotaciones. En este contexto, el objetivo de este trabajo es establecer un uso de agua de riego que maximice el beneficio de la explotación del agricultor en función de las disponibilidades hídricas de la explotación, del precio del agua y de los aspectos económicos del cultivo. Para ello se establecerán las ecuaciones matemáticas que permiten

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