IA31 - Almazaras

76 RIEGO Lógica del control del riego En este artículo se introducen, brevemente, el uso de algunas aproximaciones para supervisar, controlar y optimizar el riego. Las hay más sencillas y más complejas. Dependiendo de la casuística de cada parcela regada serán más convenientes unas u otras. BALANCE HÍDRICO La aproximación más recomendable y más extendida para determinar las aportaciones de riego a los cultivos es el método, propuesto por la FAO, basado en el balance hídrico, que consiste en aportar el riego necesario para compensar el balance entre las salidas y entradas de agua en el suelo. Las principales entradas suelen ser la lluvia y el riego, siendo la principal salida su evapotranspiración por el cultivo (ETc). A efectos prácticos, el ETc puede estimarse a partir de una evapotranspiración de referencia (ETo) calculada con datos meteorológicos, y un coeficiente de cultivo, Kc, que lo convierte al cultivo de interés. ETc=ETo * Kc El cálculo del volumen de riego necesario tiene en cuenta la lluvia efectiva, Pef, que es aquella parte de la lluvia que realmente acaba infiltrando en el suelo y es utilizable por el cultivo. Otro parámetro relevante es la eficiencia del sistema de riego, efR, que tiene en cuenta las pérdidas y la falta de uniformidad en el reparto. riego = (ETc - Pef) efR Existen otras entradas y salidas que, en ocasiones, pueden ser relevantes, pero que en general son bastante más difíciles de cuantificar, como es el drenaje en profundidad, el ascenso capilar o la escorrentía por la superficie del suelo. Lo habitual es ignorarlas o incorporarlas indirectamente dentro de los conceptos de eficiencia. La gran ventaja del balance hídrico es que determina objetivamente qué volumen de riego es necesario aportar, y esto es la base tanto para planificar qué volumen de agua podremos necesitar a lo largo de un ciclo de cultivo, como también para hacer prescripciones de riego en un momento dado. Es el método ideal en aquellos casos en que los componentes del balance hídrico son suficientemente previsibles. Ahora bien, no siempre es tan simple. A veces aparecen incertidumbres importantes a la hora de cuantificar entradas y salidas. A menudo, lo que complica su aplicación es el conocimiento preciso de la Kc. Si bien la Kc es suficientemente previsible en cultivos de cobertura homogénea, es mucho más imprecisa en cultivos donde la planta no cubre todo el marco de plantación y con una disposición tridimensional que no siempre es la misma, como ocurre entre plantaciones con diferente sistema de formación. Además, aspectos como la carga de frutos que llevan los árboles y su historial previo también afectan la ETc de una forma que suele ser complejo de cuantificar. Jaume Casadesús y Jesús Domínguez-Niño, Programa de Uso Eficiente del Agua en Agricultura (IRTA)

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