RIEGO 47 de Cartagena (Estadística Agraria Regional, 2022), con producciones totales, sin descontar la parte de la planta que se desecha en el campo, que llegan a 72.9 t/ha en lechuga Little gen, 62.3 t/ha en lechuga Romana, 87 t/ha en lechuga Iceberg, 78 t/ha en escarola (datos propios de diversos ensayos en el Campo de Cartagena). Estos cultivos destinados a la comercialización de hojas responden muy bien a la fertilización nitrogenada por su efecto en el crecimiento y la calidad de la cosecha. Por ejemplo, estudios pioneros al aire libre demostraron que dosis entre 238 y 252 kg N/ha eran aceptables agronómica, económica y ambientalmente (Thompson y Doerge, 1996). Esta necesidad de N por los cultivos de hoja se debe a su esencialidad en el crecimiento y desarrollo de la planta (Marschner 1995). De todos los nutrientes esenciales que las plantas obtienen del suelo, el nitrógeno es el nutriente que más necesitan junto con el potasio, y lo obtienen directamente del suelo, absorbiendo por la raíz sus formas inorgánicas y orgánicas (Epstein and Bloom, 2005). La concentración de las diferentes formas de N (e.j. orgánico, amonio, nitrato, nitrito, óxido nitroso) en el suelo depende del tipo de suelo, temperatura, y las actividades de la comunidad de microorganismos del suelo (Jackson et al., 2008). De todas estas formas, el nitrato (NO3-) es la forma de nitrógeno que más usan los cultivos en zonas de clima templado, como el mediterráneo (Epstein and Bloom, 2005). Este nitrato se origina por la descomposición de la materia orgánica del suelo, a través de la fijación biológica en leguminosas, por la deposición atmosférica, y sólo en sistemas agrarios, a través de la incorporación de fertilizantes nitrogenados. El nitrato se pierde del sistema agrario, por lavado con el agua de riego o lluvias intensas, por la conversión a gas N2O y N2 (desnitrificación), por su incorporación a los tejidos de HORTALIZAS DE HOJA EN EL CAMPO DE CARTAGENA; ALTOS RENDIMIENTOS EN ENTORNOS SENSIBLES La actividad agrícola, especialmente en áreas de producción intensiva, busca proporcionar alimentos en cantidad suficiente para cubrir las necesidades de una población creciente. La intensificación de la producción, entendida como la obtención de altos rendimientos por unidad de superficie, es importante también para preservar el uso de otros suelos de la actividad agraria y que así estas áreas puedan conservar su estado natural (Phalan et al., 2011). El Campo de Cartagena, en la Región de Murcia, es un ejemplo de actividad agraria con altos rendimientos de cosecha. Con una climatología favorable, estos altos rendimientos se han conseguido gracias a la profesionalidad de los agricultores, por ejemplo, en el manejo de un recurso tan escaso como es el agua. La llegada de aguas para riego externas a la propia cuenca del Mar Menor, la capacidad para almacenarla en embalses de riego, y la introducción del fertirriego y su posterior desarrollo hidráulico y tecnológico, han sido claves para el desarrollo económico de la región. No sólo se ha maximizado el rendimiento por cada litro de agua de riego, también se ha aumentado la eficiencia con que los fertilizantes solubles son aplicados y aprovechados por el cultivo. La actividad agraria en este entorno, como en muchos otros sectores altamente intensificados, además de ser rentable para el agricultor y permitirle un modo de vida digno, debe asegurar que sus prácticas de manejo no estén comprometiendo su actividad futura. En la Región de Murcia, esta actividad que ha sido históricamente un medio de prosperidad para miles de familias, en ocasiones y mayormente inconscientemente, también motivo de efectos no deseables sobre el entorno. El Campo de Cartagena es también aquí un buen ejemplo. Su actividad agrícola se ha relacionado como la causa de la contaminación de aguas subterráneas y superficiales por nitratos (Ruiz-Fernández et al., 2020). A raíz de varios episodios de anoxia en la laguna salada del Mar Menor, y de la creciente preocupación y presión social, se ha establecido una estricta normativa que regula el manejo del agua y los fertilizantes nitrogenados, y que, junto con otras prácticas agrarias, pretende minimizar la pérdida de nitrato del sistema agrícola, especialmente por lavado (BOE, 2020). CULTIVOS HORTÍCOLAS DE HOJA Y NITRÓGENO Entre los cultivos de la Región de Murcia que más se han beneficiado de las mejoras en el manejo del riego y los fertilizantes, están los destinados a la producción de hoja, donde destacan diferentes variedades de lechuga y escarola. En Murcia la superficie de suelo dedicada a lechuga y escarola es casi la mitad (46.3%) del total de la superficie dedicada a estos cultivos en España (MAPA, 2022). Un 20% de las 16.284 ha dedicadas al cultivo de lechuga y escarola en la Región de Murcia se asientan en el Campo
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