HC372-HORTICULTURA 372

SANIDAD VEGETAL La expansión en el uso del control biológico a otros cultivos hortícolas de Cataluña ha sido favorecida por los éxitos obtenidos en tomate EL CONTROL BIOLÓGICO EN LOS CULTIVOS HORTÍCOLAS EN CATALUÑA Cataluña ha sido pionera en la cuenca Mediterránea en la utilización del control biológico de plagas en cultivos hortícolas. Los primeros protocolos de utilización de enemigos naturales para combatir plagas empezaron a aplicarse a finales de los años 70 en los invernaderos de tomates de las comarcas del Maresme y el Baix Llobregat (ambas en la provincia de Barcelona), de la mano del IRTA. Judit Arno Pujol1, Jordi Riudavets Muñoz1 y Jordi Giné Ribó2 1Programa de Protección Vegetal Sostenible. IRTA. 2Jefe del Servicio de Sanidad Vegetal. DACC. 26 LOS INICIOS El problema principal en ese momento era la mosca blanca de los invernaderos Trialeurodes vaporariorum y la estrategia adoptada fue la utilización de parasitoides, siguiendo los trabajos de los investigadores del Reino Unido y de los Países Bajos. Las primeras experiencias se realizaron con el parasitoide Encarsia formosa, la especie que se estaba utilizando en los países del norte de Europa, y con la especie autoctona Encarsia tricolor. Sin embargo, el hecho de que en Europa se utilizara cada vez de forma más abundante E. Formosa (que se producía en masa), favoreció el abandono de estudios de campo con E. tricolor. A finales de los 80, para utilizar con éxito estos parasitoides en las explotaciones comerciales, se recomendaban una serie de prácticas culturales que tenían por objetivo retrasar al máximo la entrada y la proliferación de la mosca blanca y otras plagas dentro de los invernaderos, y también reducir la incidencia de enfermedades causadas por una gestión incorrecta del cultivo. Junto con la liberación de E. formosa para el control de mosca blanca, el programa de Gestión Integrada de Plagas (GIP) también incluía el incremento de las poblaciones de Diglyphus isaea, un parasitoide nativo de minadoras de hojas del género Liriomyza, la conservación de los parasitoides y depredadores del pulgón y la aplicación de prácticas culturales adecuadas. Durante el quinquenio 1989-1993, había dos especies de minadoras presentes, la nativa L. bryoniae y la exótica L. trifolii. El parasitismo espontáneo de D. isaea fue suficiente para controlarlas en la mayoría de los casos, de tal forma que sólo el 25% de los invernaderos necesitaban una liberación suplementaria del parasitoide. En cuanto a las plagas de pulgones y lepidópteros, el porcentaje de invernaderos en los que se necesitaban insecticidas selectivos, como consecuencia de la falta de control ejercido por los enemigos naturales, fue muy variable según el año. Por otro lado, la proporción de cultivos donde se necesitaban tratamientos acaricidas aumentó con los años debido a la detección y el establecimiento del ácaro del bronceado del tomate, el eriófido Aculops lycopersici. Actualmente, el control biológico de esta especie todavía se está desarrollando y se investiga la efectividad de nuevos enemigos naturales. LA EVOLUCIÓN DEL PROGRAMA DE CONTROL BIOLÓGICO EN TOMATE Tres eventos importantes han marcado la evolución de este programa inicial de Gestión Integral de Plagas con respecto al empleado en la actualidad en los cultivos de tomate. En primer lugar,

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