Horticultura 370

44 SECTOR algo que no les satisface, la prohibición de patentar los desarrollos y que solo puedan estar sujetos a derechos de obtenciones vegetales. “Las patentes sirven para fomentar la investigación”, afirma de Juan, que teme los efectos sobre la investigación y sobre la innovación si finalmente la prohibición se ratifica. Tampoco entienden en Antama que las variedades NTG queden fuera de las autorizadas para la agricultura ecológica. Consideran que es un error porque se trata de una tecnología que le puede ayudar a cumplir sus objetivos de optimizar los tratamientos fitosanitarios. Finalmente, recuerdan en esta fundación el informe del Breakthrough Institute y la Alliance for Science que estima en tres billones de euros el coste que tendría para la Unión Europea decir no a las NGT. El único cultivo transgénico autorizado en Europa es el del maíz bt, que lleva más de 25 años de experiencia en España; en concreto, en el Valle del Ebro, que es donde existen los problemas de taladro que evita esta variedad del cereal. En todos estos años no se ha observado ningún problema, ningún inconveniente, con este maíz, de acuerdo con José Luis Romeo, presidente de la Asociación General de Productores de Maíz de España (AGPME). Es más, gracias a él -añade- las variedades convencionales están más protegidas, porque el bt también actúa como controlador de las plagas en ellas. La AGPME, que representa tanto a los productores de panizo OGM como convencional, es, por tanto, partidaria de la edición genómica, que simplifica mucho la selección vegetal. Por un lado, especifican, no es una técnica transgénica. Por otro, reduce los procesos de obtención de 10-12 años a uno o dos. Y ello con un control muchísimo más preciso de los resultados que la selección tradicional, en la que el cruce de plantas genera una maraña de variedades que es necesario expurgar y que dejan como resultado plantas, además de inútiles, desconocidas. “Ahora es mucho más fácil, rápido y seguro”, resume Romeo, para quien no es que vaya a haber una revolución en la agricultura, “va a ser una revolución en todo”. Las cooperativas agroalimentarias, aunque con cautela, pues consideran que “es importante analizar el potencial de estas técnicas más sosegadamente”, también apuestan por las NTG. De hecho, consideran que servirán para hacer al sector más competitivo y más resiliente. Así se consideró en un dosier sobre el tema elaborado en el seno del COPA-Cogeca (el lobi de agricultores y cooperativas de Bruselas), donde se considera una lástima que no pudiera darse un acuerdo en el Consejo de Ministros durante la presidencia española, que llevaba las nuevas técnicas genómicas entre sus prioridades. LA AGROECOLOGÍA, EN CONTRA Pero no todo el mundo agro está de acuerdo con abrir la vía a la edición genética. La Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE) “y todo el lobi europeo de asociaciones de producción ecológica”, según remarca Roberto Ruiz de Arcaute, no comparte la confianza en unas técnicas sobre las que “nadie tiene muchas certezas”. Ruiz, que es vocal de la junta directiva de esta organización, no solo expone dudas sobre la solvencia científica de las NTG, sino también sobre la trazabilidad que se pueda hacer de los productos que surjan de ellas y el margen de elección que se deje al consumidor. En el primer caso, considera que en modelos experimentales pueden funcionar, pero no así a escala real, ya que “en la mayoría de las plantas de interés comercial las modificaciones que se realicen van a tener muchas dificultades de expresión”. En este sentido, afirma que no quedará más remedio que realizar una segregación de los resultados para evaluar en campo y que esto llevará el mismo tiempo que con las técnicas actuales. A la vez, considera que los sistemas agrarios son tan amplios que los efectos de las NTG en ellos tendrán una eficacia relativa y, en definitiva, que estas técnicas “son muy interesantes desde el punto de vista científico, pero muy poco prácticas”. Con respecto al consumidor, avisa de que no habrá un etiquetado que le pueda advertir sobre la posible naturaleza modificada los productos que compre, con lo que no podrá elegir libremente y con información suficiente. Por último, en SEAE recelan de los efectos secundarios que la liberación en el medioambiente de materiales modificados pueda tener. Las interacciones entre organismos son imprevisibles y podrían impactar gravemente los ecosistemas, ya de por sí debilitados por una multiplicidad de factores. Además, advierte Ruiz de Arcaute, “la naturaleza tiende a saltarse las barreras” y puede provocar efectos contrarios a los deseados, como la aparición de plagas, superplagas o superinsectos. La pelota, por ahora, está en el tejado del Consejo de Ministros, y aunque este la despejó en diciembre pasado, la presión es mayor tras la decisión de los eurodiputados y las expectativas abiertas por estos en amplios sectores científicos, económicos y agronómicos. Incluso, de manera indirecta, las últimas movilizaciones agrarias podrían tener su influencia en una decisión que, de momento, solo ha puesto en guardia al sector ecológico, cuya capacidad para influir en la población, en todo caso, no es desdeñable. n

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