FERTILIZACIÓN 37 esenciales, lo que induce problemas germinativos, de crecimiento, o reproductivos. De esta manera, la pérdida de rendimiento de los cultivos puede llegar a ser superior al 40 % en terrenos afectados por la salinidad frente a suelos no salinos. Un claro ejemplo ocurre en los cultivos hortícolas, como en el caso de la lechuga ( Lactuca sativa L.), considerada sensible a la salinidad al presentar un umbral de tolerancia de 1,3 dS/m (un suelo se considera salino cuando presenta una conductividad eléctrica de 4,0 dS/m). La actual coyuntura global de encarecimiento y carestía de recursos naturales hace que cada vez sea más difícil satisfacer la demanda creciente de la población, por lo que es necesario dedicar un esfuerzo mayor a aumentar la productividad de los cultivos, incluso en entornos agrícolas estresantes. En el caso de la salinidad del suelo, las prácticas adecuadas de gestión agrícola y el fitomejoramiento han sido las metodologías tradicionales utilizadas para hacer frente a esta problemática. La primera consiste en la implantación de planes de recuperación del suelo, drenaje y riego con agua de alta calidad, pero presenta costes asociados elevados y suele proporcionar una solución temporal al problema. El segundo enfoque implica el desarrollo y explotación de plantas capaces de tolerar altos niveles de sal, mediante métodos tradicionales de mejora o desarrollo de cultivos transgénicos, pero es una alternativa cara y lenta. Por lo tanto, la búsqueda de alternativas sostenibles (económica y ambientalmente) que permitan mantener los rendimientos y así satisfacer la demanda de alimentos actual debe ser considerado una prioridad. En este sentido, el empleo de estrategias efectivas que consigan maximizar los recursos edáficos y vegetales ha ganado importancia durante los últimos años, como es el caso del empleo de biofortificantes microbianos. Es decir, microorganismos vivos (hongos o bacterias) capaces de mejorar el desarrollo de las plantas a través de diferentes mecanismos, como el aporte de nutrientes o la producción de compuestos beneficiosos. BACTERIAS PROMOTORAS DEL CRECIMIENTO VEGETAL Dentro de los biofortificantes microbianos destacan las bacterias promotoras del crecimiento vegetal o PGPB (del inglés Plant Growth Promoting Bacteria). Las PGPB son un grupo muy diverso de bacterias capaces de interactuar positivamente con los cultivos, induciendo mejoras a nivel productivo y nutricional, a través de una actividad multifactorial en la que intervienen diversos mecanismos moleculares, conocidos como mecanismos promotores del crecimiento vegetal (o mecanismos PGP). Dentro de los mecanismos PGP más estudiados se encuentran los relacionados con la captación, solubilización o movilización de nutrientes (como la fijación de nitrógeno atmosférico; solubilización de formas insolubles de fósforo o potasio; o la producción de compuestos quelantes del hierro, como los sideróforos), la síntesis de fitohormonas (como auxinas, giberelinas o citoquininas, que inducen procesos en la planta como: germinación de semillas, desarrollo radicular y aéreo, o desarrollo reproductivo), o la producción de otros compuestos orgánicos comopoliaminas, capaces de inducir crecimiento vegetal. Pero las bacterias PGP también presentan otros mecanismos menos conocidos, como es la producción de compuestos orgánicos volátiles o VOCs (del inglés Volatile Organic Compounds). Los VOCs son sustancias químicas de bajo peso molecular que pueden ser emitidas por las bacterias, y al ser percibidas por las plantas logran desencadenar una respuesta positiva en estas, mejorando su desarrollo y crecimiento. Todos estos mecanismos PGP actúan a diferentes niveles en las plantas, induciendo cambios que no solo favorecen el crecimiento vegetal, sino que también pueden provocar una mayor resistencia o tolerancia a diferentes estreses abióticos, como es el caso de la salinidad del suelo.
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