Horticultura

DOSIER ALMENDRO 25 de alrededor de 2 kg se tomó para medir la humedad y el rendimiento de los frutos (ratio peso de pepita/ peso de almendra con cáscara). El rendimiento de los frutos se obtiene de una submuestra de 100 frutos con cáscara para obtener el rendimiento final en pepita. Un análisis de varianza (ANOVA) fue realizado para evaluar el efecto de los tratamientos hídricos sobre el crecimiento del almendro, estado hídrico de la planta, parámetros fisiológicos (A, gsw y WUEi) y produccion comercial. RESULTADOS Y DISCUSIÓN Programación de riegos La cantidad de agua de riego aplicada a cada tratamiento varió entre 231 mm en T1 y 122 mm en T3, lo que supone respectivamente un 34% más y un 29% menos de lo recibido por T2 (170 mm). La precipitación total recibida durante el ciclo del cultivo fue de 253 mm. Las lluvias de otoño hicieron reducir la cantidad total de agua aplicada respecto de la dotación máxima de la parcela (2500 m3 ha-1. La ETa acumulada del cultivo osciló entre 476 mm para T1 (13% más que T2 con 422 mm) y 372 mm para T3 (12% menor que T2), alcanzando los mayores niveles de déficit durante la Etapa III. En la Etapa IV, las lluvias y el riego permitieron recuperar los niveles de déficit en los 3 tratamientos, pero sin alcanzar las condiciones de confort hídrico (potencial hídrico superior a -1.0 MPa; Fig. 1c). Crecimiento de cultivo, y medidas fisiológicas La duración del ciclo fue de 299 días. Todos los tratamientos tuvieron un crecimiento y desarrollo similar, alcanzando las etapas fenológicas más importantes (hinchado de yemas, fin de la floración, inicio del crecimiento del fruto, inicio del llenado del fruto, cosecha y caída de hoja) a la vez. Ambas variables (altura y diámetro de copa) sufrieron un ligero incremento al final de la etapa de crecimiento del fruto estabilizándose durante el llenado de la semilla. Pese a las diferencias en cuanto a agua de riego aplicada, el potencial hídrico no mostró diferencias significativas entre tratamientos hasta finales de junio (Fig. 1a) motivado por las lluvias primaverales (185 mm entre febrero y abril) que permitieron mantener los potenciales hídricos por encima de -1.50 MPa, valor considerado como déficit moderado a buen estado hídrico de la planta (Fig. 1a). Sin embargo, después de agotar las reservas del suelo se observó como el tratamiento más deficitario (T3) se separó significativamente del resto, alcanzando potenciales mucho más negativos, en torno a -2.40 MPa a finales de julio. Este hecho hizo que T3 se situara en un nivel de déficit severo (Ψtallo < -1.80 MPa), mientras que el resto de los tratamientos se mantuvieron en un déficit moderado (-1.20 > Ψtallo > -1.80 MPa; Fig. 1a). Conforme avanzó el ciclo, todos los tratamientos convergieron hacia potenciales más negativos (en torno a -2.6 MPa) como consecuencia del agotamiento del agua en el suelo. Del mismo modo, durante la Etapa IV, debido a las lluvias y riego aplicado, se observó una recuperación del estado hídrico de todas las plantas, siendo más rápido este proceso para el tratamiento menos deficitario (T1) (Fig. 1a). Figura 1. Evolución de los parámetros de potencial hídrico de tallo (a), asimilación (A) (b), conductancia estomática (gsw) (c) y eficiencia en el uso del agua intrínseca (WUE) (d), a lo largo de todas las medidas realizadas durante el ciclo de cultivo. Las barras de error vertical representan la desviación estándar para cada fecha y tratamiento.

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