HC366 - horticultura

77 SECTOR jerarquía de aprovechamiento, en la que debe primar la prevención por encima de la transformación en otros productos o subproductos e, incluso, de la donación. Ya hemos visto que el despilfarro a lo largo de la cadena termina perjudicando, sobre todo y especialmente, al propio productor, que ante esta realidad debe hacer valer su trabajo y el valor de sus productos. LEY SOBRE PDAS Por todas estas razones, junto a la concienciación y prevención, es necesario y urgente contar con una ley sobre PDAs que esté a la altura del reto que supone. Una ley realista y ambiciosa a la vez, como lo es la ley catalana de 2020. Tras Francia e Italia, España ha estado a punto de ser el tercer país en contar con una ley sobre PDA. El proyecto de ley estaba ya en el Senado, pero la reciente convocatoria de elecciones generales ha hecho decaer su tramitación. Sin entrar en detalle, el proyecto era muy mejorable, pero establecía las bases necesarias para poner freno a este sinsentido de las PDA. Todos los agentes de la cadena, desde la producción al consumidor final, estaban obligados a medir, cuantificar y analizar el despilfarro alimentario en REFERENCIAS • (1) Estrategia MAPA “Más alimento, menos desperdicio”. www.menosdesperdicio.es • (2) EIP AGRI “Reducción de pérdidas de alimento en campo” https://bit.ly/3zHhkj6 • (3) FeedBackEU: https://feedbackeurope.org/ Estudio “No hay tiempo que perder” • (4) WWF. “Directo a la basura: el impacto de la pérdida global de alimentos en granjas” https://bit.ly/2WLxaKQ • Libro “Despilfarro. El escándalo global de la comida” https://bit.ly/3h4jWQI y video https://bit.ly/38Ke1LX (subtítulos en castellano) su eslabón, a fin de prevenirlo. Una estupenda oportunidad para acabar con esta fuente de ineficiencia e insostenibilidad en las explotaciones e industrias agroalimentarias. EN RESUMEN Al sector productor sí le debe preocupar el despilfarro de alimentos en toda la cadena alimentaria, incluyendo la fase de producción, a fin de poder seguir produciendo alimentos y hacerlo de forma lomás sostenible, ecológica, económica y socialmente que sea posible. Y a la sociedad en su conjunto también le debe preocupar, especialmente en un momento como el actual, en el que vamos siendo conscientes de que los recursos son escasos, caros y de los que tenemos una dependencia casi total (petróleo, energía, materias primas), lo que pone en peligro incluso nuestra propia soberanía alimentaria. Aún más si cabe cuando los problemas en este sentido se nos acumulan (sequía, costes de energía, inflación disparada en alimentos, cambio climático, pobreza alimentaria, etc). Ante todo esto, la pérdida y desperdicio de alimentos es un contrasentido imposible de mantener. Nos encontramos ante un enorme reto. Como se expone en www. DespilfarroAlimentario.org, nos hemos acostumbrado a disfrutar de alimentos sanos, nutritivos, seguros, variados, accesibles y demasiado baratos. Por eso se debe concienciar a la sociedad de que los alimentos son un milagro al que demasiados no tienen acceso, tanto en los países enriquecidos como en la mayor parte de un mundo malnutrido (2.000millones de personas no tienen una alimentación adecuada, de los que 900 millones sufren hambre y 40 millones mueren por ello cada año). Desde esta perspectiva, el derroche de alimentos, en cualquiera de sus formas o fases, es una auténtica aberración. Y, además, insostenible.n Si dejáramos de desperdiciar esas enormes cantidades de alimentos a lo largo de toda la cadena, seguramente no sería necesario ese incremento del 70% en la producción que la FAO estima para alimentar a la población mundial en 2050 y que genera cierta ansiedad en el sector y en la sociedad

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx