POSTCOSECHA 63 INTRODUCCIÓN El níspero es una fruta con excelente cualidades organolépticas y nutricionales. Destaca particularmente en su contenido de vitamina A y es una buena fuente de potasio, fósforo y, en menor medida, magnesio y calcio. Es también apreciada por su sabor dulce con toques ácidos y su facilidad de pelado. España es el principal productor de níspero ( Eriobotrya japonica L.) de la región mediterránea y el principal exportador del mundo (Besada et al., 2017). El interés por esta fruta en nuestro país radica en que el grueso de su producción se concentra en un corto período de tiempo (demediados a finales de abril), cuando hay poca competencia con otras frutas en el mercado. En la Comunitat Valenciana, la producción se centra en la variedad ‘Algerie’, que representa más del 80% de la cosecha total. Se trata de una fruta delicada, de piel fina que se puede dañar fácilmente. El viento provoca que las hojas y las ramas rocen su piel y aparezcan marcas marrones que deprecian su valor comercial. En algunas regiones productoras de España, principalmente en Callosa d'en Sarrià (Alicante), el cultivo está protegido por mallas para evitar este tipo de daños, mientras se controla la humedad y la temperatura (Soler et al., 2007). Además, es propenso a la aparición de manchas marrones tanto en la piel como en la pulpa debido a golpes o daños mecánicos provocados durante la cosecha o el manejo poscosecha (Cañete et al., 2015). El níspero también es sensible a sufrir trastornos fisiológicos. Algunos ejemplos son el conocido como mancha púrpura, provocado por deshidrataciones de la piel debidas a cambios en el contenido de agua en la pulpa durante el desarrollo de la fruta (Gariglio et al., 2008) o el llamado “tomatito”, un pardeamiento interno que se puede deber a la exposición a altas temperaturas antes o después de la cosecha o a un almacenamiento prolongado. Debido a la susceptibilidad a recibir daños durante su manejo, la inspección de la calidad postcosecha del níspero se realiza tradicionalmente de manera visual y manual por operadores experimentados, de acuerdo con unos estándares de calidad establecidos. Esta calidad se basa en clasificar la fruta por tamaños y por la presencia y apariencia de daños o defectos en la piel. Sin embargo, la diferenciación e identificación de la gravedad de los daños y, en especial, la imposibilidad de detectar de daños internos o no visibles, hacen que la evaluación de la calidad tenga un componente de subjetividad. Algunos de estos inconvenientes se pueden prevenir utilizando sistemas de inspección automática basada en visión artificial (Cubero et al., 2011). En la actualidad, existen sistemas de visión que utilizan cámaras de color y son capaces de detectar propiedades externas como calibre, forma, color o presencia de daños externos. Estos sistemas se vienen aplicando con éxito para evaluar la calidad y clasificar diferentes frutas, entre las que destacan los cítricos. Una de las principales ventajas es su gran velocidad, por el contrario, no pueden detectar daños invisibles al estar desarrollados para imitar al ojo humano. Existen otras tecnologías basadas en imágenes que son capaces de obtener información del interior del producto. Por ejemplo, los sistemas de resonancia magnética de imágenes o de rayos X nos proporcionan imágenes del interior de los cuerpos, proporcionando información sobre la existencia de diferentes tipos de tejidos, cavidades, semillas, etc. pero son caros, complejos y requieren instalaciones especiales. Una alternativa que está cobrando fuerza para obtener información sobre algunas propiedades internas en la industria agroalimentaria es la imagen hiperespectral (Lorente et al., 2012).
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