15 FRUTICULTURA La mejora de la sostenibilidad es quizá el objetivo más importante que se ha fijado el sector agrario en los próximos años. Desde la obtención y desarrollo de nuevas variedades mejor adaptadas al ambiente y, en general, al estrés abiótico que ya está provocando el cambio climático, hasta lograr una mayor competitividad de las producciones con un menor consumo de inputs de origen químico. En el sector de la fruticultura, este reto entronca con lo que se denomina la "tecnología del cultivo". A diferencia de los cultivos herbáceos, la producción de aceituna, uva, fruta e incluso cítricos, depende en gran medida de este concepto. La conducción y el manejo del árbol en estos cultivos cobra una especial relevancia. Como explica Luis Asin, "esta disciplina de trabajo se centra en tareas como el tipo de poda, la formación del árbol o la densidad de plantación. Es una decisión que tiene que tomar el agricultor desde el inicio y sobre la que se construirá la rentabilidad futura de la finca". Cualquier fallo o acierto en esta fase tendrá un impacto sobre la inversión que, a menudo, suele acometerse para un periodo no inferior a 20 años. LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO "El cambio climático es evolutivo y dinámico, por lo que sus efectos se irán incrementando en los próximos años". Bajo esta premisa, Luis Asín tiene claro que es necesario adaptar las plantaciones de frutales para superar este reto. El aumento global de la temperatura, la reducción de la pluviometría y, sobre todo, una gran variabilidad en la climatología, se traducirá en que las olas de calor serán "de mayor intensidad, más prolongadas en el tiempo y probablemente más numerosas en un futuro". En este ámbito, la experiencia del IRTA es notable, sobre todo en viñedo. En otros cultivos leñosos el trabajo se ha comenzado más tarde pero con el claro objetivo de identificar, en base a las proyecciones climáticas existentes, cómo evolucionará la fenología de los cultivos para definir cuáles serán los elementos más críticos y los cambios a efectuar en la parcela para conseguir esa adaptación. La selección de variedades específicas para hacer frente al cambio climático requiere implementar una metodología en la que se expone a los árboles a condiciones extremas. Actualmente, desde el IRTA se trabaja con una serie de variedades de manzana de recolección tardía a las que se somete a aumentos controlados de temperatura para conocer su respuesta. La previsión de inviernos menos rigurosos orienta esta línea de trabajo que intentar predecir cómo variará la época de floración de los diferentes cultivos, una investigación que se desarrolla en paralelo y de forma simultánea a la obtención de nuevas variedades.
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