GP123 - Gaceta de la protección laboral

61 GUANTES DE PROTECCIÓN EL TRABAJO CAMBIA, LOS GUANTES TAMBIÉN Si miramos dentro de una fábrica de hace unas décadas atrás, hay algo que salta inmediatamente a la vista: los componentes eran, por lo general, más grandes y voluminosos que ahora. Una forma fácil de entenderlo es comparar las modernas pantallas planas con los televisores de hace 30 años. Desde entonces, hemos asistido a una tendencia sin precedentes hacia la miniaturización que continúa hasta nuestros días, impulsada por la industria electrónica. Los requisitos de protección de las manos han evolucionado en consecuencia. En el pasado, el trabajador industrial promedio, manipulaba piezas relativamente grandes, lo que significaba que la destreza no era una prioridad. En consecuencia, los guantes solían ser gruesos y voluminosos, ya que la seguridad era a menudo la única preocupación. Por el contrario, hoy en día muchos trabajadores manipulan componentes mucho más finos, lo que significa que la comodidad y la destreza son esenciales. Paralelamente a la miniaturización, las fábricas han experimentado la llamada cuarta revolución industrial. Se han automatizado procesos de fabricación por completo y los robots sustituyen cada vez más tareas manuales. Según la Federación Internacional de Robótica, el número mundial de robots industriales operativos ha aumentado una media del 13 % anual desde 2017, hasta alcanzar casi cuatro millones de unidades en 2022. Una consecuencia de esta tendencia es que los robots ahora pueden manejar la mayoría de las piezas más pesadas y voluminosas, mientras que las tareas que requieren una gran destreza están reservadas para los humanos. Una vez más, los guantes de protección deben permitir estas tareas en lugar de obstaculizarlas. La conectividad en forma de Internet de las Cosas (IoT) es otro componente esencial de la cuarta revolución industrial, también conocida como Industria 4.0. Esta explosión de datos y comunicaciones no sería posible sin el uso generalizado de dispositivos con pantalla táctil en el lugar de trabajo, desde smartphones hasta controladores lógicos programables (PLC) industriales. Tal vez no resulte sorprendente que la compatibilidad con pantallas táctiles sea ahora un requisito previo para muchos guantes de protección. Además, cada vez hay más conciencia de cómo la protección de las manos puede afectar a la calidad de los productos electrónicos de alto valor. Un ejemplo es la descarga electrostática (ESD), que puede dañar los microchips y otros componentes electrónicos durante la fabricación. Los guantes con propiedades antiestáticas se han convertido en la norma en estos entornos. DE FINO A MÁS FINO Estas tendencias han dado lugar a una creciente demanda de guantes más finos que minimicen la fatiga y maximicen la destreza. La forma más sencilla de medir el grosor de un guante tejido es por el ‘calibre’ de la máquina de tejer: cuanto menor es el calibre, más grueso es el guante. Históricamente, el principal reto ha sido desarrollar guantes de mayor galga sin comprometer su nivel de protección. A principios de los años 90, la galga 7 representaba, por lo general, los guantes de protección contra cortes más finos que podían producir las máquinas de tejer más avanzadas.

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