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La tercera barrera identificada es informativa. La comunicación de las bondades del autoconsumo no llega adecuadamente a las familias y empresas rurales. Uno de los beneficios, menos conocido, consiste en dotar al consumidor de un mayor control de sus gastos energéticos al poder conocer en todo momento su producción y consumo gracias a la monitorización de su instalación, facilitando al consumidor una mayor gestionabilidad de sus consumos, frente a la variabilidad de los precios del mercado eléctrico. BAJA PENETRACIÓN DE MODELOS COLABORATIVOS Por otro lado, a pesar del crecimiento de instalaciones de autoconsumo en zonas rurales, en las encuestas realizadas, se ha identificado una baja penetración del autoconsumo colectivo, tanto en empresas como en hogares rurales, en comparación con la modalidad individual. Sólo 1 de cada 10 usuarios rurales con autoconsumo se encontraría en modalidad de autoconsumo compartido, un dato relativamente bajo si consideramos los beneficios que aporta esta modalidad, explica CIDE en su Observatorio. La complejidad complementariaqueentrañaestemecanismo, con respecto al autoconsumo individual, con nuevos requisitos administrativos, está lastrando un repunte de estos modelos colaborativos. Las posibilidades que ofrecen las zonas rurales en torno al autoconsumo y a las comunidades energéticas son muy amplias. Durante el último año especialmente, desde los diferentes niveles de la Administración Pública se han tratado de impulsar estos modelos a partir de las comunidades energéticas. Sin embargo, aunque las encuestas realizadas a los hogares rurales reflejan un mayor grado de conocimiento en torno a estas figuras con respecto al año anterior, este dato todavía es insuficiente. Este dato no mejora sustancialmente en las empresas rurales, donde 8 de cada 10 no conocen o tienen un escaso conocimiento sobre el concepto de comunidades energéticas. En este sentido, de las encuestas realizadas, se identifica que aproximadamente un 20% de las cooperativas rurales tiene previsto promocionar las comunidades energéticas entre sus cooperativistas, un dato consistente con aquellas que han obtenido ya al menos un grado de conocimiento medio. La complejidad administrativa, la dificultad en desarrollar modelos de negocio sostenibles por parte de agentes privados, el desconocimiento arraigado en la población, la falta de definición jurídica y la dificultad para alcanzar las ayudas concedidas, son factores, entre otros, que delimitan enormemente el desarrollo de modelos colaborativos. Para alcanzar un mayor desarrollo de las comunidades energéticas, resulta esencial intensificar las campañas de comunicación, de sensibilización, de concienciación y de apoyo financiero, con una mayor claridad y simplicidad administrativa, aclara el informe de CIDE. En este sentido, la población rural necesita del apoyo de los agentes especializados si se pretende un despunte de las comunidades energéticas en su territorio. Los agentes privados están llamados a jugar un rol muy relevante en una configuración equilibrada y ventajosa para los miembros de las futuras comunidades energéticas, pero deben percibir incentivos por parte de la Administración Pública si se pretende su participación, concluye el Observatorio.n DOSIER SECTOR AGROPECUARIO 26

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