FY56 - FuturEnergy

La recta final del 2018 ha traído consigo una avalancha de informaciones a nivel nacional y mundial con un nexo común, como es la realidad hacia una transición energética que tiene como trasfondo la lucha contra el cambio climático y un nuevo modelo de consumo que debe acompasar con eficiencia las crecientes necesidades del ser humano con los recursos disponibles para ello. A nivel nacional y en lo que atañe al transporte, el anuncio, por parte del Gobierno, liderado por el Ministerio para la Transición Ecológica a fin de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y de la propia Comisión Europea para descarbonizar el transporte en 2050 ha copado enconados titulares a favor y en contra de una ruta tan ambiciosa como inevitable, que establece en 2040 su primer gran reto, como es la prohibición de la matriculación de vehículos propulsados por combustibles fósiles y con vistas a eliminar, diez años después, su circulación. A escala mundial, la reciente reunión de la COP24 en Katowice, Polonia, ha puesto de relieve varias realidades. Por un lado, que el grado de ambición de las sucesivas “Conferencias de las Partes” anuales desde la firma del acuerdo de París, parece ir en progresión regresiva y la indiferencia con la que se ha acogido en la cumbre polaca el informe científico especial del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) respecto al calentamiento global ha sido sorprendente, cuando supone una seria llamada de atención sobre los enormes desafíos y los beneficios de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, en vista de la escalada de amenazas para la vida humana por el aumento de las temperaturas. Por cada grado que se incrementa la temperatura ambiente terrestre se disparan entre un 1% y un 4% las muertes por efectos del cambio climático en la UE. Esto supone un incremento de 30.000 muertes por año para la década de 2030 por estrés térmico, al aumentar las muertes cardiovasculares, renales y por causas respiratorias. A ello se suman las declaraciones de Manuela Brunet, presidente de la Organización Meteorológica Mundial, quien señala que España se calienta dos veces más rápido que el resto del Planeta. Si bien en la COP24 se ha avanzado en los mecanismos de transparencia, por el mero hecho de que no se trata de acuerdos impositivos, sino que evidencian las actuaciones que están llevando a cabo los diferentes países o por el contrario, la inacción de aquellos que no han hecho lo suficiente o lo necesario, se constata que la acción global que requiere el espíritu de la COP se ve superada por las presiones, en algunos casos, de la sociedad civil y en otros, de ciertos lobbies, que obligan a que los policy makers, que pretenden gobernar con el foco puesto en las próximas generaciones, se vean abocados a gobernar con poca perspectiva temporal, en concreto la que le marque la celebración de comicios. The home straight of 2018 has brought with it an avalanche of information at national and global level that shares a common thread: the form the reality of an energy transition will take, whose context is the fight against climate change and a new consumption model that has to efficiently accommodate the growing needs of humankind with the resources available. As regards transport at domestic level, the announcement by the Government, lead by the Ministry for the Ecological Transition, with the aim of achieving the Paris Agreement targets and those of the European Commission itself to decarbonise transport by 2050, has monopolised inflated headlines for and against a pathway that is as ambitious as it is inevitable: establishing 2040 as its first major milestone, and banning the registration of fossil fuel-powered vehicles with a view of eliminating them from our roads ten years down the line. At global level, the recent meeting of the COP24 in Katowice, Poland, highlighted several realities. On one hand, that the degree of ambition of the successive annual “Conferences of the Parties” held since signing the Paris Agreement seems to be regressing. The indifference with which the special scientific report on global warming from the Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) was received at the Polish summit was surprising, given that it represented a serious wake-up call as regards the enormous challenges and benefits of limiting global warming to 1.5°C, in view of the escalating threat to human life due to increasing temperatures. For every degree by which the earth’s ambient temperature increases, the number of deaths in the EU will rise between 1% and 4% due to the effects of climate change. This represents 30,000 more deaths per year for the decade to 2030 due to thermal stress, increasing deaths from cardiovascular and renal diseases and those due to respiratory causes. To this are added the declarations of Manuela Brunet, chair of the ¿HACIA UNA TRANSICIÓN ENERGÉTICA JUSTA? Arturo Pérez de Lucia Director General de AEDIVE TOWARDS A FAIR ENERGY TRANSITION? Arturo Pérez de Lucia, Managing Director of AEDIVE, the Business Association for the Boosting and Development of the EV Market. A fondo: Análisis 2018 | In depth: 2018 Analysis FuturEnergy | Diciembre 2018-Enero 2019 December 2018-January 2019 www.futurenergyweb.es 51

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