Ante esta situación se hizo necesario definir una nueva política energética a medio y largo plazo que resolviera el problema de forma definitiva. Se analizaron varias líneas de trabajo entre ellas las energías renovables y particularmente la energía eólica. La Dirección Nacional de Energía presentó ante el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) un proyecto de exploración del potencial eólico de Uruguay, que resultó aprobado. Simultáneamente se acordó con España la instalación de un parque eólico de 10 MW con tecnología española, haciendo uso de un acuerdo de reconversión de deuda entre ambos países. Estos proyectos supusieron para el país la toma de contacto con la tecnología y con una industria eólica puntera, comenzando las mediciones de viento por todo el país. La característica ventosa de Uruguay era conocida, los molinos de viento para bombeo de agua son algo típico de su paisaje rural, además, su topografía, de suaves ondulaciones, daba una pista clara de que el recurso podría ser homogéneo en todo el país. En 2008 el gobierno ya disponía de suficiente información como para decidir que la generación eólica era una opción válida; y en 2009 aparecieron los primeros decretos del gobierno para la promoción de esta energía en base a la reducción de aranceles e impuestos. En 2010, coincidiendo con el cambio de gobierno, se llegó a un acuerdo político multipartido en el tema de la generación de energía eléctrica, con una clara apuesta por las energías renovables. Este acuerdo se transformó en política de estado. En 2010 y 2011 se realizaron tres licitaciones para compra-venta de energía eléctrica de origen eólico por casi 1.000 MW. En 2013 y 2014 UTE, la empresa eléctrica del estado, firmó contratos por 420 MW, distribuidos en cinco parques eólicos, uno de ellos de 140 MW, el mayor de Uruguay. También cerró una sociedad con Electrobras de Brasil para construir un parque de 65 MW en partes iguales. Entre 2014 y 2016, entraron en operación 19 parques eólicos, lamayoría de entre 40 y 50 MW; en 2017 otros tres parques más, que sumados a Given this situation, it was necessary to define a new medium- and long-term energy policy that would provide a definitive solution to the problem. Several lines of action were analysed, including renewables and in particular wind power. The National Directorate of Energy submitted a project to the UN Development Programme (UNPD) to explore Uruguay’s wind power potential, which was approved. At the same time, it entered into agreement with Spain to install a 10 MW wind farm with Spanish technology, taking advantage of a debt restructuring agreement between both countries. These projects represented the first contact for the country with the technology and cutting edge wind power industry, starting by taking wind measurements all over the country. The winds of Uruguay are a well-known feature, with windmills used to pump water typifying the rural landscape. In addition, its undulating topography clearly indicated that the resource could be uniformly distributed throughout the country. By 2008 the government had enough information available to decide that wind power generation was a valid option, passing the first government decrees in 2009 to promote this energy source through reduced tariffs and taxes. In 2010, coinciding with a change in government, a cross-party political accord was reached on the issue of electrical power generation, with a clear commitment to renewables. This agreement was transposed into state policy. In 2010 and 2011 three bids took place for the sale and purchase of wind generated electricity amounting to almost 1,000 MW. In 2013 and 2014, UTE, the state utility, signed contracts for 420 MW, distributed over five wind farms, one of which is the largest in Uruguay with 140 MW. It also entered into partnership with Electrobras in Brazil to jointly construct a 65 MWwind farm. From 2014 to 2016, 19 wind farms came online, most of which are between 40-50 MW. A further 3 wind farms in 2017 that add to those already existing, as well as some smaller installations linked to other companies that sell their power on the spot market, bring the total to 1,450 MW in operation. This figure will rise to 1,500 MW in 2018 when the latest wind farm with a signed PPA comes online; some capacity for an electrical system that has still not recorded a peak consumption of 2,000 MW. At the end of 2016, 32% of the electricity produced in Uruguay was generated by wind power. The first half of 2017 saw a return to a high level of participation by renewables with almost 100% of power generated from renewable sources. Hydropower is in the lead with a 59% share of the total generated; followed by wind power with 30%; biomass with 8%: and PV with 1%. As such, energy produced from thermal sources accounts for just 2% of the power grid. URUGUAY, PRODUCTOR Y EXPORTADOR DE ENERGÍA EÓLICA Y SERVICIOS En 2005 Uruguay estaba en una encrucijada respecto de su matriz eléctrica. Los acuerdos de suministro de energía a muy buen precio desde Argentina, habían caído en 2004 y la situación produjo un alto sobrecoste, así como riesgo de desabastecimiento como les había pasado a Chile y Brasil. Para poder cubrir la demanda se realizó una compra de turbinas de gas, que se alimentaron con gasoil ya que Uruguay no cuenta con gas natural ni petróleo, y Argentina no podía aportar el gas que se había comprometido a exportar. URUGUAY, PRODUCER AND EXPORTER OF WIND POWER AND SERVICES In 2005 Uruguay stood at a crossroads as regards its power grid. Agreements to supply cheap energy from Argentina had collapsed in 2004, causing a high level of overrun in addition to risking shortages as had happened in Chile and Brazil. To cover demand, dieselpowered gas turbines were purchased, as Uruguay has no natural gas or petroleum and Argentina was unable to export the gas it had previously committed to supply. Eólica | Wind Power FuturEnergy | Septiembre September 2017 www.futurenergyweb.es 45
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