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36 Es una cuestión de emergencia si no queremos sufrir una descapitalización industrial en la eólica. La tecnología eólica fabricada en Europa es referencia a nivel mundial, seguimos por delante en prestaciones y valor añadido. Pero la tormenta perfecta que la industria eólica está sufriendo también es histórica, confluyendo factores de subida de costes de materias primas, retrasos inimaginables hace tiempo de suministro de componentes, subida de costes de financiación; y todo ello en el momento de mayor demanda histórica de aerogeneradores en Europa. Por ello, es necesario proteger nuestra cadena de suministro y proteger la autonomía industrial y tecnológica de Europa, en aquellos vectores que son vertebrales para nuestro futuro. El Plan de Acción Eólico Europeo debe ser la herramienta de urgencia para poder conseguirlo. Aún con sus fortalezas, la industria eólica española se enfrenta a desafíos a corto y medio plazo. Las fábricas eólicas ubicadas en España que llevan tiempo en una coyuntura complicada, primero por la pandemia y posteriormente por las subidas de precios de materias primas, los costes y plazos logísticos, han venido soportando tensiones financieras, y afrontando un proceso de reestructuración y mejora de la competitividad que permitirá seguir produciendo en nuestro país y jugar un rol significativo en la exportación hacia los mercados en los que operan. Una vez consigamos que la industria se recupere financieramente y se equilibre el campo de juego internacional, lo que nos espera será sin duda igual de positivo o mejor que lo vivido hasta ahora. Por lo tanto, el sector eólico tiene por delante un año con interesantes desafíos sobre los que trabajar. El primero de ellos tiene que ver con el ritmo de avance de la eólica necesario para cumplir el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Acelerar la tramitación administrativa es crítico la interpretación de una norma que ha venido siendo utilizada hasta la fecha de forma satisfactoria. Paralizar instalaciones o proyectos en construcción tiene implicaciones graves en el empleo del sector, pero también en el empleo industrial que será consumidor de la energía generada por los mismos. En este aspecto, cómo ponemos en práctica la búsqueda del valor y no del puro precio a la hora del desarrollo de los proyectos eólicos, tanto mediante subastas como con otras modalidades de implantación, es uno de los objetivos a conseguir. Medidas como la precalificación de actores con una óptica industrial europea siguen siendo tremendamente necesarias y pragmáticas para poder equilibrar la balanza. La aceptación social de la eólica en los territorios es otro de los puntos clave para lograr el ritmo de avance necesario. La primera responsabilidad recae en el sector el cual debe trabajar con sensibilidad y rigor, de forma anticipada en los territorios y siendo conscientes de las realidades locales. Tenemos que seguir haciendo mucha pedagogía sobre la realidad de los beneficios que los parques eólicos trasladan al territorio, a su socioeconomía local y al cuidado del medioambiente. Otro de los desafíos es la actual evolución de la electrificación de la economía, necesaria para que la demanda eléctrica vaya creciendo paulatinamente y dando cobertura a la instalación de las nuevas instalaciones renovables. Es necesario evitar situaciones de pérdida de rentabilidad de para nuestra resiliencia energética, económica, industrial y climática. Todos los países debemos priorizarla como un asunto vertebral. Hay que tramitar más rápido y cumplir los plazos establecidos en la normativa europea, con criterios homogéneos y coordinación estrecha entre las administraciones. Para ello, es indispensable que las Administraciones Públicas competentes dispongan de las capacidades necesarias de forma integral: con los recursos materiales y herramientas, con las personas y la formación necesarias, con directrices únicas y claras, con estructuras organizativas realmente operativas, y con enfoques modernos y procesos eficientes. Y el sector debe contribuir con responsabilidad y rigor, priorizando aquellos proyectos más maduros y enfocando los esfuerzos en aquellas iniciativas que tienen menos riesgo. Para poder alcanzar en 2030 el objetivo eólico de 63 GW contemplado en la propuesta de PNIEC remitida a la Comisión Europea para su aprobación, habría que incorporar más de 4 GW al año, necesarios no solo para el consumo directo de los hogares y empresas sino para consumos industriales de sectores clave como el hidrógeno renovable. Por tanto, si la eólica no puede cumplir con el ritmo de instalación adecuado, las implicaciones son multisectoriales. En este punto es primordial disponer de seguridad jurídica, que impida que proyectos que han obtenido todas las autorizaciones técnicas y ambientales y tras años de exhaustivo trabajo puedan ser paralizados posteriormente por criterios judiciales que modifican “Es necesario proteger nuestra cadena de suministro y proteger la autonomía industrial y tecnológica de Europa en aquellos vectores que son vertebrales para nuestro futuro”

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