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JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ MOYA, director general de APPA Renovables 23 A FONDO España, caracterizada por la falta de grandes consensos, se encuentra inmersa en debates recurrentes sobre temas fundamentales como educación, sanidad, pensiones y energía. Sin embargo, estas cuestiones, principales preocupaciones de los ciudadanos españoles, deberían ser objeto de debate, cambio y adaptación sin que ello suponga cambios drásticos cada cuatro años. Los tiempos de los sistemas energéticos se miden en décadas, por lo que necesitan una estabilidad que no debe estar sujeta a las legislaturas. La ventaja competitiva de España en el ámbito de las energías renovables radica en sus recursos excepcionales, con aproximadamente 2.500 horas de sol al año y una ubicación estratégica que proporciona un buen recurso eólico. Aunque la plataforma continental no es ideal para la eólica marina, la tecnología flotante permite aprovechar los 8.000 kilómetros de costa. Estas ventajas deben compensar las debilidades estratégicas de nuestro país en términos de petróleo y gas. Y contar con una energía autóctona, competitiva y limpia debería estar por encima de las aristas políticas. En los últimos dos años, Europa ha enfrentado una de las peores crisis energéticas de su historia, directamente vinculada a un conflicto bélico que ha supuesto una de las mayores amenazas a la seguridad del Viejo Continente en las últimas cinco décadas. La conexión entre guerra y energía no es novedosa; la historia revela que muchos conflictos pasados han surgido por el dominio de recursos energéticos estratégicos. En el contexto de la invasión de Ucrania, el gas se convirtió en una herramienta de presión crucial utilizada por Rusia en el prolongado conflicto. Históricamente, la energía ha sido también un factor fundamental en LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA ENERGÉTICO: ESPAÑA ANTE EL RETO DE ASEGURAR SU SUMINISTRO La energía es un aspecto clave en cualquier actividad y, en los últimos tiempos, se ha subrayado la necesidad de contar con un suministro energético menos dependiente de terceros países. Tras el vaivén que supuso para la economía global la pandemia de COVID, la guerra ha azuzado una crisis energética que se ha trasladado a la economía. En nuestras manos está que los pasos futuros en el sector energético nos lleven a un sistema energético más autónomo y a un desarrollo económico asentado sobre recursos autóctonos.

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