40 MARCO LEGISLATIVO el objetivo de cumplir los objetivos climáticos y energéticos para 2030 y alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo. Finalmente, en julio de 2020 fue oficialmente adoptada la taxonomía europea de finanzas sostenibles, también denominada ‘Taxonomía ambiental de la UE’. La Taxonomía ambiental es una clasificación de las actividades económicas que contribuyen a los seis objetivos medioambientales que ha definido Unión Europea (a saber: la mitigación del cambio climático; la adaptación al cambio climático; el uso y la protección de los recursos hídricos y marinos; la transición a una economía circular; prevención y control de la contaminación, y protección y restauración de la biodiversidad). Para ello, Bruselas adoptó un sistema de clasificación que enumera las actividades económicas sostenibles desde el punto de vista ambiental y define de manera clara y objetiva criterios bajo los que considerar que estas actividades económicas son “sostenibles”. Para que una actividad económica cumpla con la taxonomía, tiene que estar incluida en ese listado (ser elegible) y alcanzar los umbrales técnicos definidos, evidenciando así su contribución a uno de los seis objetivos ambientales, no perjudicar al resto y garantizar unas salvaguardas sociales mínimas (estar alineada). Este sistema de clasificación y evaluación permite a los inversores, públicos o privados, saber de forma objetiva si una actividad está alineada con las políticas de la UE en esta materia, fomentado que estos dirijan sus capitales y las empresas orienten sus estrategias hacia actividades y tecnologías consideras ambientalmente sostenibles, aportando seguridad y credibilidad a este tipo de inversión. La taxonomía de la UE es especialmente relevante para administradores públicos de infraestructuras, financiadores, tecnólogos y operadores, ya que la mayoría de las actividades relacionadas con la mitigación y adaptación al cambio climático, así como con la protección de los recursos hídricos son infraestructuras. Además, facilita la evaluación de cada proyecto mediante criterios homogéneos y estandarizados. El impacto de su implementación no debería analizarse exclusivamente desde un prisma regional, ya que puede actuar como una referencia internacional para otras jurisdicciones que desarrollen sus propias taxonomías. Es más, actualmente se registran 29 iniciativas de este tipo (WWF 2022), incluyendo entre ellas las desarrolladas en Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, India, Indonesia, Malaysia, México, Rusia, Suráfrica, Corea del Sur, Syngapur, Turquía y Reino Unido. De ahí que la comprensión de esta primera taxonomía europea sea clave para las ‘utilities’ del sector del agua. UNA HERRAMIENTA DE ESTRATEGIA Y TRASPARENCIA Una diferencia respecto a iniciativas voluntarias es el carácter regulatorio de la Taxonomía Europea, por lo que los requerimientos relativos a divulgación de información, tanto financiera como no financiera que ha establecido, han acaparado en gran medida la atención de las organizaciones, dirigiendo el esfuerzo sobre el análisis de la elegibilidad de sus actividades y las magnitudes financieras asociadas a ellas, el cumplimiento de las demandas de reporte y los compromisos ESG corporativos. Está relevancia, como herramienta para la correcta gobernanza ambiental, se ve por ejemplo reconocida recientemente por el Carbon Disclosure Project (CDP), una de las iniciativas internacionales en reporte no financiero más prestigiosas e implementadas, que incorporará en 2023 preguntas sobre la Taxonomía de la UE en su cuestionario de cambio climático, recogiendo información de compañías que agrupan el 70% de la capitalización bursátil de la UE (CDP 2021). Pero más allá del protagonismo y la obligatoriedad de la información ambiental, estos requisitos de divulgación del desempeño sostenible persiguen facilitar su comparabilidad y aumentar la competencia y presión para su mejora, al permitir evaluar la exposición de un operador en el conjunto de sus actividades o de cada proyecto. Esto condiciona todos los agentes intervinientes en el ciclo de vida de una infraestructura, en primer lugar, a los planificadores y ‘partners’ financieros y, en segundo, a los operadores industriales, como las ‘utlities’ del sector del agua, incentivando que redirijan la estrategia futura de sus operaciones y modelos de negocio hacia tecnologías alineadas con la Taxonomía de la UE. Esto, obviamente, incentivará innovaciones para cubrir las brechas tecnológicas existentes con algunos de los umbrales técnicos establecidos. Es por ello por lo que el impacto de la taxonomía, así como el de otros instrumentos similares sobre el sector de las infraestructuras del agua, es mucho mayor y de mayor recorrido que el que se puede deducir del mero cumplimiento de los requisitos de divulgación. IMPULSO TRANSFORMADOR Y RETOS TECNOLÓGICOS Con la aparición de la Taxonomia europea y su enfoque basado en la ciencia, la definición de las actividades sostenibles se apoya en referencias objetivas en forma de umbrales de rendimiento técnico, resultado de un exhaustivo ‘screening’ de las mejores prácticas industriales y de la necesaria contribución a los objetivos ambientales y políticas gubernamentales para apoyar la transición hacia la neutralidad climática.
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