Gestión y tratamiento de residuos | Waste Management & Treatment Cuando parecía que el impacto de la pandemia del COVID-19 vivido el pasado mes de marzo se iba atenuando, el otoño llegó con una sorpresa (o no) mayúscula y, en octubre, ya estábamos sufriendo, con la cabeza y el corazón, una segunda ola que desencadenó una gran inestabilidad, pues, no solo recordaba los momentos más críticos de la primera (a nivel sanitario, económico y social), sino que nos impedía asimilar emocionalmente la repetición de una situación dramática. Tomamos entonces conciencia de que todos compartimos un enemigo común, el maldito coronavirus, al que debemos hacer frente desde la responsabilidad compartida. La única lectura positiva para el sector ambiental y, más concretamente, para los que nos dedicamos a la gestión de los residuos, es que, a diferencia de la vez anterior, ahora sí sabemos lo que tenemos que hacer, habiendo demostrado la capacidad de respuesta de las plantas de valorización energética ante una crisis de estas características. Debido al nuevo incremento de la producción de residuos sanitarios, el Sergas (Servicio Gallego de Salud) solicitó, una vez más, la colaboración de Sogama para que se hiciese cargo del tratamiento de los desechos sanitarios de bajo riesgo (buzos, guantes y mascarillas desechables, así como asimilables). Al igual que en el período comprendido entre el 21 de abril y el 21 de mayo, cuando se gestionaron en el Complejo Medioambiental de Sogama en Cerceda (A Coruña) 65.000 kilos de residuos de estas características, hemos activado el mismo modus operandi, pero con la ventaja añadida que otorga la experiencia y el bagaje. Habilitamos de nuevo una planta, provisional y específica, donde los desechos sanitarios son triturados y acondicionados para convertirse en un combustible CDR, que es valorizado energéticamente en las calderas de la planta termoeléctrica a más de 850ºC, temperatura con la que se garantiza la destrucción de patógenos y agentes nocivos. Damos así respuesta a las instrucciones dictadas en su momento por el Ministerio de Sanidad y el Ministerio para la Transición Ecológica, en las que se contemplaban dos opciones para la gestión de esta fracción de residuos: valorización energética o vertedero, dando preferencia a la primera por el riesgo ambiental. Y aquí, muchas de las plantas de valorización energética que operan When it appeared that the impact of the COVID-19 pandemic that hit us in March was diminishing, Autumn arrived with a major surprise (or perhaps not) and by October, we were suffering, in our hearts and in our heads, a second wave of the virus, which has given rise to great instability. Not only has the second wave been reminiscent of the most critical moments of the first (in health, economic and social terms) but we have also had difficulty in emotionally assimilating the repetition of such a dramatic situation. Let us then be aware that we all share a common enemy, the cursed coronavirus, and we must face this enemy from a perspective of shared responsibility. The only positive thing is that the environment sector and, more specifically, those of us dedicated to waste management, now know what has to be done and waste-to-energy plants have demonstrated their capacity to respond to a crisis of these characteristics. Owing to the resurgent increase in healthcare waste, Sergas (Galician Health Service) once again requested Sogama to assume responsibility for low-risk healthcare waste (coveralls, disposable gloves, facemasks and assimilable waste). We have reactivated the same modus operandi implemented in the period from April 21 to May 21, when 65,000 kilos of this type of waste was managed at the Sogama Environmental Complex in Cerceda (A Coruña), but with the added advantage of the experience and know-how gained in that period. We have once put a specific provisional plant into operation, where the healthcare waste is shredded and conditioned for conversion into RDF, which is recovered in the thermal power plant at a temperature of over 850ºC, thus guaranteeing the destruction of pathogens and noxious agents. This treatment responds to the instructions given by the Spanish Ministry of Health and the Ministry for Ecological Transition, in which two options were set out for the management of this waste fraction: energy recovery or landfilling, with preference given to the former due to the environmental risk associated with the latter. The energy recovery plants operating in Spain, to which many regional governments have turned for the treatment of this ANTE LOS DESAFÍOS AMBIENTALES DE LA SEGUNDA OLA DEL COVID Resulta evidente que el COVID-19 ha traído consigo una gran inestabilidad (sanitaria, económica y social) y también nuevos residuos, como es el caso de las mascarillas desechables, que están ocasionando serios perjuicios ambientales cuando son abandonadas en la naturaleza o arrojadas en las calles. Asimismo, y para hacer frente al incremento de los desechos sanitarios, las comunidades autónomas que cuentan con plantas de valorización energética están recurriendo enmuchos casos a estas instalaciones para garantizar el correcto tratamiento de los mismos, evitando de esta forma que se conviertan en otro problema de salud pública. TACKLING THE ENVIRONMENTAL CHALLENGES OF THE SECOND COVID WAVE COVID-19 has brought with it great instability (in health, economic and social terms). It has also given rise to new waste types, such as disposable facemasks, which are causing serious environmental damage when discarded in natural places or in the street. To tackle the increase in healthcare waste, Autonomous Communities with energy recovery plants are, in many cases, resorting to these facilities to ensure the correct treatment of this waste and to prevent it from becoming yet another public health problem. FuturEnviro | Octubre/Noviembre October/November 2020 www.futurenviro.es 24
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