39 ANÁLISIS De los siete indicadores que componen el índice, España empeora en cuatro de ellos respecto del año anterior. Las principales causas de este deterioro son el decrecimiento del volumen máximo teórico anual de agua disponible per cápita; la escasez de agua, puesto que se consume más agua que el total de recursos renovables de agua dulce existentes; el precio del agua en relación con el PIB per cápita; y una disminución de la eficiencia en el uso del agua. Los tres indicadores restantes, que miden la aridez del territorio, el consumo per cápita y la pérdida de agua en la red de distribución, se mantienen idénticos a 2023. Este aumento de la inseguridad hídrica es especialmente preocupante a la luz de los problemas de escasez de agua a los que se han enfrentado algunas regiones de España en los últimos años, con las reservas de agua en cuencas internas y embalses bajo mínimos. Especialmente alarmante fue la declaración de emergencia por sequía en febrero de este año en Cataluña, que sufre la sequía más intensa desde que hay registros. Las restricciones al consumo de agua impuestas por las administraciones públicas catalanas para hacer frente a este problema también han contribuido al deterioro de algunos indicadores, con el consiguiente empeoramiento del resultado agregado de España. La directora de Sostenibilidad para Europa Continental de BSI, Federica Pagnuzzato, considera que “España está experimentando un desafío hídrico particularmente significativo, que refleja no sólo la escala de la inseguridad del agua, sino también un progreso más lento en términos de infraestructura y compromiso público. Aunque se trata de una tarea exigente para España, es un problema mundial. No hay una solución milagrosa, pero hay medidas que podemos y debemos tomar hoy para acelerar el progreso hacia un mundo sostenible, en el que el suministro de agua dulce pueda seguir el ritmo de las crecientes demandas”.
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