33 RESIDUOS DE ENVASES LIGEROS/INFRAESTRUCTURAS este tipo de intervenciones. La nueva instalación, que debía ajustarse a las dimensiones y morfología del edificio existente, tenía que cumplir dos tareas: el procesamiento tanto de residuos sólidos urbanos (RSU) como de envases ligeros. Una vez visitadas las instalaciones, la sensación que se tiene es que lograr este objetivo en poco más de tres meses (el proceso completo se cumplió en trece semanas) y en el día marcado es todo un éxito. AL MILÍMETRO En este tipo de intervenciones es fundamental organizar y diseñar todas las fases del proyecto de manera milimétrica, para lo cual es necesario aplicar todo el buen hacer y la experiencia de los profesionales implicados en mayor o menor medida en el proyecto. La exactitud de los diseños y la calidad de la ejecución se hacen evidentes cuando se constata que la distancia que separa la estructura del edificio y algunos de los componentes de la planta de clasificación es de poco más de una decena de centímetros. En una visita guiada a varios medios de comunicación especializados que tuvo lugar el 1 de marzo, Carlos Manchado Atienza, director de Ventas Internacionales, gerente España, Portugal, LATAM y Nuevos Mercados de Stadler, dijo que “sin duda, uno de nuestros principales retos fue sustituir una planta ya existente. El diseño de la nueva planta debía estar muy bien estudiado para encajar, por lo que el trabajo de preparación de nuestros ingenieros fue clave y demostró ser todo un éxito. En un segundo paso, nuestro equipo de montaje tuvo que trabajar con las restricciones del espacio limitado del edificio. Además, el proyecto requería obras civiles que llevaban a cabo otras empresas, por lo que la comunicación y coordinación en equipo fueron fundamentales”. En esta mismas línea se expresó Carlos Risco, gerente del Consorcio de Residuos Urbanos de Guadalajara, quien destacó “las dificultades de desmantelar y reconstruir en una zona confinada y con una altura limitada eran un auténtico desafío que Stadler gestionó con solvencia”. Oscar Ibares Mendoza, gerente de Explotación de la UTE RSU Guadalajara, añadió que "el equipo de Stadler fue flexible y comprendió nuestras peticiones, adaptándose siempre a nuestras necesidades. La colaboración entre ambos equipos ha sido muy eficaz, lo que valoramos mucho”. Tras la actualización de la instalación, el centro de tratamiento cuenta con una capacidad de tratamiento de 40 toneladas a la hora de RSU (anteriormente 35 ton/h) y de 4 toneladas de residuos de envases ligeros a la hora (antes 1,5 ton/hora), unas capacidades que se logran gracias, entre otros equipos, a un trómel suministrado por el proveedor alemán; un separador balístico Stadler STT 5000 para RSU, residuos comerciales mixtos y residuos voluminosos; tres clasificadores ópticos para PET, PEAD, ‘mix’ de plásticos (PS, PP y otros, como PVC) y briks; así como clasificadoras para hierro y aluminio. Además de incrementar la capacidad (casi un 15% en el caso de los RSU y un espectacular 266% en el de los residuos de envases), se ha mejorado la tasa de recuperación, que en los RSU ha dado un salto desde menos del 50 a más del 90% y en el de los envases ligeros ha aumentado de un porcentaje inferior al 90 a más del 95%. MEJOR DE LO PERCIBIDO Tal y como se ha apuntado, la visita organizada por Stadler a la infraestructura de Torija contó con la presencia del director gerente Guadalajara, Unidad Territorial 4, Grupo Tragsa, Antonio Zarzal; el gerente del Consorcio para la Gestión de Residuos Urbanos de la Provincia de Guadalajara, Carlos Risco; Carlos Manchado Atienza, director de Ventas Internacionales, gerente España, Portugal, LATAM y Nuevos Mercados de Stadler; e Ismael Avilés Ortega, director de Operaciones en España de la compañía alemana. En su presentación, Manchado Atienza puso en valor los avances alcanzados en nuestro país en la gestión de residuos. Aun señalando que existen lagunas en las que es necesario avanzar, Manchado Atienza destacó la mejora lograda en los últimos años. Una mejora que se basa en un cambio de mentalidad motivado por una mayor presión social y, también, por el cambio anunciado en 2013 por China, que anunció que cinco años después dejaría de importar residuos procedentes de otros países, lo que ha propiciado que países exportadores de residuos hacia el gigante asiático hayan tenido que gestionarlos en su territorio.
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