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37 INTELIGENCIA ARTIFICIAL alto nivel sobre inteligencia artificial, y este pasadomes de abril fue publicada la propuesta de Reglamento sobre el marco jurídico aplicable a estos siste- mas. El documento establece cuatro niveles de riesgo, así como las obliga- ciones y sanciones a cumplir en cada caso. Se considerarán sistemas de IA prohibidos aquellos que conlleven un riesgo intolerable para la vida y los derechos fundamentales, por ejem- plo, aquellos capaces de manipular el comportamiento humano. Los sis- temas de alto riesgo, por su parte, atañen a sectores relacionados con infraestructuras críticas, salud, adminis- traciones públicas, o con los sistemas de identificación y categorización de las personas por reconocimiento facial. El riesgo medio/bajo se refiere a aquellos sistemas que incorporen tecnologías poco intrusivas, como los asistentes virtuales o los chatbots. EE UU o China también han elaborado sus documentos sobre los posibles efectos negativos de las decisiones autónomas que podrán tomar los sistemas de IA, pero sus textos son menos garantistas que los europeos. En cualquier caso, las legislaciones de cada país deberán adaptarse a nue- vos supuestos. Por ejemplo, ante un mal funcionamiento de un sistema de IA que causa daños a terceros quién será responsable: ¿el usuario, el fabricante del producto, la compa- ñía de software, el individuo creador del algoritmo?; si un transporte autó- nomo tiene que decidir entre dos o tres opciones, todas ellas con conse- cuencia de muerte de una persona, ¿qué hará?, ¿valorará lo que le cuesta al estado cada individuo?, ¿el tiempo estimado que le queda a cada uno por vivir?, ¿podremos programar a las máquinas para que ‘entiendan’ que todas las vidas valen lo mismo? También tenemos derecho a saber ‘qué ha hecho’ el algoritmo que deniega nuestra hipoteca, y si un asistente vir- tual nos reserva hora en la peluquería –el caso real en www.youtube.com/ watch?v=l9BTMWOupGM–, el interlo- cutor tiene derecho a saber que está hablando con un sistema artificial (¡si Turing levantara la cabeza!). En estosmomentos, grandes potencias, algunas viejas y otras que despertaron y se crecieron, e incluso algunas hoy aún gestantes, se van a disputar, ya lo están haciendo, el liderazgo tecnoló- gico, y no todas con el mismo estilo de gobernanza. China juega fuerte: su apuesta por la IA es contundente, su hegemonía en el despliegue de la tecnología 5G y su control mun- dial (80%) del procesamiento de las llamadas ‘tierras raras’, la colocan en una posición de lujo para sus objeti- vos. Las piezas se mueven rápido y los contrincantes son titanes. No va a ser fácil. Pero tal vez Europa pueda tener un papel singular en el nuevo mundo. Los que estamos a bordo de este pequeño y viejo bajel nos hemos ido dotando, por voluntad propia, de decálogos consensuados de derechos y deberes en cuyo marco, a lo largo de los años y de los innumerables hechos abominables acaecidos, hemos logrado vivir en paz y que la mayoría de nosotros tenga una vida digna. El reto, y la oportunidad, será velar por que la próxima revolución industrial, en la que ya estamos inmersos, nos conduzca hacia una sociedad que se siga sustentando sobre los valores de libertad e igualdad, sin que ello inter- fiera en el desarrollo y la expansión de estas tecnologías. La adopción generalizada de la IA aumentará la productividad y con- llevará ahorros de tiempo y mejoras en todas las industrias. Pero existe inquietud sobre cuáles son los cam- bios que nos esperan con la Cuarta Revolución Industrial en la distribu- ción de la riqueza y en el mercado laboral. Las tres primeras revoluciones crearon mucho trabajo, de carácter especializado y repetitivo, y a su amparo la humanidad mejoró sus condicio- nes de manera muy significativa: en 1820, el 94% de la humanidad vivía en extrema pobreza, en 1960 este grupo lo constituía el 60% de la población mundial, hoy este porcentaje se ha reducido al 10%. Las cifras también han mejorado en educación, en población mundial vacunada o en mortalidad infantil. Entretanto, en los países desa- rrollados la riqueza se fue desplazando hacia el centro, dando origen a una clase media que se ensanchó progre- sivamente. En la década de los 70, en plena Tercera Revolución Industrial, tuvo lugar el boom del sector servi- cios, generando que la mayoría de puestos de trabajo se basen en datos desde entonces. Tareas especializadas y repetitivas para las que la Cuarta Revolución Industrial trae herramientas que hacen innecesarios a los huma- nos en esos puestos. Nadie puede predecir cuántos traba- jos desaparecerán y cuántos nuevos surgirán, lo que parece claro es que cualquier tarea que requiera espe- cialización o repetición la hará mejor una máquina. La clase media –que ha sustentado el estado del bienestar con el sistema de impuestos– mengua su representatividad y la escalera social prácticamente ha desaparecido. Se atisba una polarización que devolve- ría a la sociedad a los dos extremos: se generarán puestos que requerirán estudios de alto nivel remunerados con salarios altos, y puestos que no requieren de estudios superiores y que las máquinas no pueden hacer, por salarios muy bajos y muy alta temporalidad. Se habla del ‘ascenso del precariado’. Según el Observatorio Económico BBVA ¿Cuán vulnerable es el empleo en España a la revolución digital?, en torno al 36% del empleo en nuestro país es automatizable. Ello implica una pérdidamasiva de puestos de trabajo en la clase media, también en la clase alta, donde especialida- des concretas, como la radiología, por ejemplo, también se pueden ver afectadas. Contables, consulto- res, personal de agencias de viajes, de restaurantes de comida rápida, traductores, actores de doblaje, con- ductores y transportistas a todas las

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