EMPRESAS FAMILIARES 62 A menudo me encuentro con familias empresarias que me manifiestan que, aunque son conscientes de que ha llegado el momento de ponerse manos a la obra, no saben cómo empezar el relevo generacional. Ciertamente, no es nada fácil saber por dónde comenzar, ya que es un proceso de gran calado que abarca no solo aspectos legales y fiscales, sino también emocionales, y que requiere de mucha preparación, diálogo y consenso en la familia. En este artículo intentaré desgranar cuáles son los pasos que hay que dar en cada etapa del relevo, pero recordad que al final la casuística de cada empresa y de cada familia es la que manda, puesto que no hay dos empresas familiares iguales, por lo que los plazos temporales que indicaré son orientativos. En ocasiones, la familia dispone de más tiempo y el proceso es más gradual, mientras que, otras veces, el tiempo apremia y el relevo es más precipitado o, incluso, repentino. LA PLANIFICACIÓN DEL RELEVO (1 AÑO) Esta es la etapa más corta, pero, para mí, quizás es la más importante. Idealmente, cuando se empiece esta fase la generación entrante estará en la órbita de los 25-35 años y la saliente alrededor de los 50-60 años, para tener tiempo de que el relevo generacional sea paulatino, aunque es frecuente que las familias recurran a nosotros más adelante, porque han ido posponiendo el inicio del proceso de relevo por el miedo, la pereza o la incertidumbre que les genera. El primer paso para lograr un relevo generacional exitoso es planificarlo. Esto significa sentarse y abordar temas delicados, como elegir quiénes serán los sucesores y cómo se realizará el cambio de liderazgo. La familia también tendrá que consensuar las normas que deberán regir la relación familiaempresa-propiedad en el futuro, esto es, las reglas sobre el acceso al trabajo en la empresa familiar y la salida y jubilación de los familiares, la formación de los sucesores, las normas de retribución, la puesta en marcha y funcionamiento de los órganos de gobierno, los métodos de valoración de las participaciones/acciones y la transmisión de la propiedad, entre otros temas. Como veis, es mucho lo que hay que hablar, consensuar y asumir y esto a veces no es nada fácil. Todo lo anterior hay que ponerlo por escrito en un Protocolo familiar (en algunos casos, se puede optar por otros instrumentos, como los Pactos de Familia o los Pactos Sucesorios). Si se hace bien, el Protocolo familiar se convertirá en un acuerdo marco que generará confianza en la familia empresaria, ayudará a aumentar la armonía familiar y será garante de la eficiencia empresarial. Ha llegado el momento del relevo generacional: ¡Empecemos! Ricard Agustín, fundador de Family Business Solutions y consultor de empresas familiares
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