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49 PROYECTO La compañía, como el resto de socios, comulga con los objetivos sostenibles del proyecto, ya que, recalcan, siempre han sido proactivos a la integración de lasmejores tecnologías disponibles para “incrementar la eficiencia energética y la productividad y, como consecuencia, reducir los niveles de emisiones de dióxido de carbono”. Unos retos en línea con las necesidades del resto de países participantes y de Europa. UN OBJETIVO EUROPEO COMÚN PARA DAR RESPUESTA A LA ACTUALIDAD Los proyectos multipaís y multidisciplinares son tanto un desafío como una ventaja. “Trabajar con tantas y tan variadas universidades y empresas de diferentes sectores, culturas y formas de ver las cosas es un reto, pero también una oportunidad para conseguir logros importantes. La buena coordinación está procurando avances en el proyecto; compartir un objetivo común nos une y nos hace cada día dejar de lado diferencias”, valoran desde CEMEX. El objetivo común, como se ha comentado, es paliar la crisis energética, tangencialmente a la medioambiental, también vapuleada por la subida de precios. El proyecto emerge en un contexto en el que “el análisis de los mercados eléctricos está influenciado por causas extraordinarias, como ha sido la pandemia o la invasión rusa a Ucrania, lo que ha generado un incremento significativo de precios energético”, explica José Pablo Chaves de la Universidad Pontificia Comillas. Para ser adaptable a diferentes situaciones y resiliente ante la incertidumbre, el proyecto Bio-FlexGen busca “simular distintos escenarios de evolución del sector eléctrico para analizar la factibilidad de la tecnología en estos”, añade. Además, una clave del proyecto es precisamente la autosuficiencia, gracias a los recursos autóctonos como los residuos forestales de los que se nutre, y a energías renovables como la eólica y la solar, que no dependen de otros países. Esto “aumenta la independencia respecto a las importaciones de productos energéticos (como el petróleo y el gas) para producir electricidad y calor”, coinciden desde Ikerlan. ES UN RETO, PERO SE ABORDA CON UNA MIRADA OPTIMISTA Y CONSTRUCTIVA Acometer las soluciones que se diseñan sobre el papel y se prueban en plantas piloto lleva tiempo, sobre todo cuando los cambios que enfrentan son tan colosales como la transición de un modelo energético. “No se trata solo de un cambio de ciclo, de tendencia, de forma de hacer las cosas, de búsqueda de nuevos materiales... Estamos ante el mayor reto de la historia reciente de la humanidad por la situación climática que vivimos y lo estamos enfrentando desde todos los ángulos”, afirma Cecilia Berganza de CEMEX. En particular, es el momento de adoptar medidas precisas que huyan de generalismos. Para problemas concretos, soluciones certeras. En ese sentido, “este proyecto ofrece una tecnología muy potente para avanzar en el desarrollo y validación de un sistema de cogeneración fiable, rentable, seguro y flexible, basado en la combinación de la utilización altamente eficiente de la biomasa local con la producción de hidrógeno”, resume Idoia de la Iglesia de Ikerlan. Es más, Bio-FlexGen juega una doble baza, porque además “hará posible readaptar instalaciones existentes de cogeneración a los nuevos requerimientos tanto energéticos como medioambientales, para así hacerlas nuevamente viables y competitivas”, indican desde Sulquisa. Lo dicho: en bioeconomía no se tira nada. Aunque la tarea es mayúscula, el proyecto también lo es, y la mirada, tanto nacional como europea, es optimista. Desde la Universidad Pontificia Comillas ven claro que “puede aportar contribuciones significativas al sector energético, la industria y la sociedad en general”. Se puede concluir que el desarrollo y comercialización de esta tecnología que abraza por igual al hidrógeno verde y la biomasa podrá aportar una nueva opción de energía limpia, clave para la transición energética y para hacer frente a las crisis energética y climática actuales, colocando a España en una posición más fuerte e independiente. n

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