ES382 - Estaciones de Servicio

9 EN PRIMERA Dentro de la Unión Europea, todos los combustibles líquidos destinados a ciertos propósitos o sectores específicos son actualmente sometidos a impuestos en niveles similares, sin tener en cuenta su intensidad de carbono. No obstante, algunos Estados miembros de la UE han implementado incentivos fiscales particulares con el objetivo de fomentar el uso de biocombustibles en el ámbito del transporte. En el contexto de la actual revisión de la Directiva de Fiscalidad Energética (ETD), incluida en el paquete “Fit for 55”, se propone una nueva estructura tributaria basada en el impacto climático de los combustibles y la energía. En esta misma línea, Inés Cardenal indicó que “desde luego nosotros creemos que la fiscalidad es una vía para estimular el consumo. Evidentemente todas las tecnologías innovadoras resultan más caras y para escalar su producción es necesario incentivar el consumo. En este momento, hay otras ayudas para la gasolina y el gasóleo que pagan menos impuestos. Como parte de la Plataforma para la Promoción de los Ecocombustibles creemos que estas promociones fiscales deberían ser también una vía para los biocombustibles”. REDUCIR LA DEPENDENCIA DEL EXTERIOR EN LA UE La Unión Europea encara un desafío de envergadura al asegurar su seguridad energética y avanzar en su transición hacia un modelo más ecológico. La mayor parte de su consumo energético proviene de naciones externas, una dinámica que expone la región a posibles interrupciones en el suministro, variaciones en los precios y tensiones geopolíticas. Conforme a los datos publicados por Eurostat, en 2020 la UE registró un grado de dependencia energética del 57,5%, evidenciando que más del 50% de su demanda energética fue satisfecha mediante importaciones. Aunque esta cifra muestra una leve disminución respecto al año precedente, resultado del impacto de la pandemia de COVID-19 sobre la actividad económica y el consumo eléctrico, la trayectoria de largo plazo revela un sostenido incremento en la dependencia energética desde 1990, cuando se situaba en el 44,2%. Sin embargo, el sólido sistema de refino con el que cuenta la UE ha provocado que la sobreproducción de gasolina en la Unión haya ido aumentando en los últimos años. El desequilibrio entre la demanda de gasolina y diésel se ve reflejado en los flujos comerciales tanto dentro como fuera de la UE. Esta discrepancia ha llevado a que se exporte una parte considerable de los excedentes de gasolina, mientras que Europa ha confiado cada vez más en las importaciones de terceros países y regiones para satisfacer la demanda interna de diésel. En este punto el informe de FuelsEurope indica que, “aunque América del Norte solía ser el destino de los excedentes de gasolina, la transformación que ha experimentado la industria estadounidense debido a la revolución del petróleo de esquisto y la disponibilidad de energía económica cambió la dinámica competitiva en el mercado de exportación, obligando a las refinerías europeas a buscar otros mercados, principalmente en África y Asia”. Por el otro lado, Rusia se presentaba como el principal exportador de gasóleo a la UE. “Esta dependencia continua de la UE en las importaciones de gasóleo es el resultado del desequilibrio entre el diésel y la gasolina al que se enfrenta la UE desde hace muchos años”, señala el informe. Algunos Estados miembros de la UE han implementado incentivos fiscales particulares con el objetivo de fomentar el uso de biocombustibles en el ámbito del transporte.

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