34 NUEVAS ENERGÍAS Estas baterías, que debido a su capacidad necesitan de mucho más tiempo para ser recargadas, ofrecen, proporcionalmente, una menor autonomía. Este cúmulo de circunstancias hace necesario buscar alternativas energéticas para el transporte pesado por carretera. Dos de ellas son el biogás y el hidrógeno. El biogás presenta todas las ventajas de los combustibles fósiles (fácil distribución, compatibilidad con los actuales motores de combustión interna, alta capacidad energética) pero sin los inconvenientes de los combustibles fósiles. Aunque el biogás emite CO2 a la atmósfera durante su uso, también es cierto que en el proceso de producción del biogás se captura de la atmósfera esta misma cantidad de CO2, por lo que el proceso final es neutro con respecto a la emisión de este tipo de gas. En la actualidad se están desarrollando proyectos para producir biogás a partir de algas, aguas residuales, purines o de residuos orgánicos. El principal inconveniente del biogás es que la propia naturaleza de su origen limita la cantidad de biogás que se puede producir, al menos de momento. El hidrógeno (H2) es la otra gran alternativa para alimentar los vehículos pesados que circulan por nuestras carreteras y trasladan bienes y personas. El hidrógeno no es tratado en este caso como una fuente de energía. En realidad, se usa como un vector que facilita el almacenamiento y distribución de la energía eléctrica. La molécula de hidrógeno, al combinarse con el oxígeno presente en la atmósfera, produce una gran cantidad de energía y agua (H20), resultando por tanto una fuente de energía limpia y eficaz. Aunque el hidrógeno es el elemento más abundante en el universo, no es fácil encontrarlo en la naturaleza en la forma de molécula sin estar combinado con otros elementos, por lo que se obtiene mediante un proceso industrial. Puede producirse a partir del reformado de hidrocarburos, pero en este proceso se libera CO2 y por tanto no contribuye a evitar el cambio climático. Pero también puede ser producido a partir de fuentes renovables de energía eléctrica mediante el proceso de electrolisis. El hidrógeno producido mediante este sistema es loque se conoce comohidrógeno verde o renovable, y es la gran esperanza para el transporte pesado. Y aunque la tecnología del hidrógeno no está exenta de problemas técnicos, su solución se antoja más accesible y viable que la resolución de los problemas de almacenamiento de electricidad en baterías convencionales, especialmente cuando se trata de vehículos pesados. VENTAJAS NO EXENTAS DE DIFICULTADES Ante estas ventajas, las Administraciones están promoviendo el uso de biometano y de hidrogeno en el transporte, y cada vez son más los vehículos, especialmente pesados, que usan este tipo de combustibles. Sin embargo, transformar la actual flota existente de vehículos pesados, dominada por motores alimentados por gasóleo, no es tarea sencilla. Uno de los inconvenientes de este proceso es la falta de puntos de recarga para este tipo de vehículos. El hecho de que el vehículo ligero, el más numeroso, se esté electrificando principalmente mediante el uso de baterías y cargadores eléctricos no contribuye a que la red de puntos de recarga de biometano e hidrógeno se expanda. Por ello, las empresas con flotas de vehículos que usan este tipo de combustibles alternativos están construyendo sus propias instalaciones de repostaje en las que poder recargar los vehículos de sus respectivas flotas. Con frecuencia, estas empresas disponen de varias de estas instalaciones, distribuidas por distintos puntos de la geografía. Este tipo de instalaciones no suelen ser sencillas ni económicas y, en cualquier caso, precisan de sistemas de control que monitoricen las instalaciones en sí y los procesos de carga a vehículos. Desde mediados del pasado año, en Suiza se está llevando a cabo una prueba piloto con una unidad del ‘Xcient Fuel Cell’, fabricado por Hyundai, para comprobar la operatividad de camiones con pila de combustible.
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