EP23 - Enviropres
ENTREVISTA 51 La plataforma también desarrolla estrategias socioeducativas, ¿en qué se concretan y qué pre- tendéis con ello? Evitar la confusión en la opinión pública y que no se difundan mensajes erróneos. Mentiría si dijera que los bioplásticos son maravillosos, que los vamos a ver en el supermercado mañana y que van a servir para todo. Sí afirmo que para envases alimentarios van a funcionar. Otra confusión habitual es considerar que los plásticos degradables pueden tirarse al medioambiente. En una charla en un colegio, un chico levantó la mano cuando les explicaba cómo se recicla y les pedía que por favor no dejaran el parque lleno de plásticos. Me dijo: “Los bioplásticos no van a funcionar”. “¿Por qué?”, le dije. Y me contestó: “Porque si sabemos que son degradables los vamos a dejar tirados más todavía”. Así que tengo que saber qué mensaje quiero transmitir. Defiendo un producto en el que creo y explico que, seguro que los bioplásticos van a llegar a nuestras casas, pero tiene que haber un sistema público para su recogida y separación. Igual que con los plásticos tradicionales. La única dife- rencia es que cuando lleguen a la planta van a entrar en un proceso biotecnológico de degradación. Entonces, desde el punto de vista del consumidor, ¿el uso de bioplásticos implica también nuevos hábitos? A veces es confuso decir que los bioplásticos son degra- dables porque entonces parece que podemos tirarlos al medioambiente, que van a desaparecer, y que además no pasa nada porque llegan al mar y se degradan. Esto no siempre es así. Solo ocurre si el material se ha dise- ñado para degradarse en ese ambiente en concreto, y en aplicaciones en las que el beneficio es muy claro, como por ejemplo en pesca o agricultura. Realmente la política de tratamiento de residuos debe ser simi- lar a la de los plásticos derivados de la industria petroquímica. Tiene que haber una fórmula para que el usuario sepa qué hacer con ese plástico –tiene que estar bien certificado– y después debe haber sistemas de reciclado a nivel muni- cipal, nacional y europeo. Debe estar previsto cómo los cogemos, cómo los separamos y cómo los reutilizamos en sistemas de compostaje industrial. ¿Uno de los retos es generar siste- mas de recogida y tratamiento de estos nuevos materiales? Claro. Nosotros defendemos el sistema de recogida y separación de materiales, incluidos los de base biológica. Tiene que haber una certificación que diga en qué contenedor tienes que echarlos. Algunos igual irán a restos porque pueden ir a un vertedero o degra- darse perfectamente en un sistema de compostaje de casa, pero otros tendrán que ir a separarse, porque hay que meterlos en un tanque de fermentación y dejar que las bacterias hagan su labor. Esto es el futuro y lo vamos a ver, es inevitable. Pero hay que hacer pedagogía y no solo entre los niños, también entre responsables de las instituciones públicas. Como investigadora, ¿qué te sugiere el título de este ciclo de entrevistas, ‘Científicas y Cambio Global’? Lo que me sugiere es que ojalá no tuvieras que pregun- tármelo y el papel de las científicas en este asunto tan importante estuviera asumido por todo el mundo. La capacidad de las mujeres en este tipo de estrategias está más que demostrada. Un buen ejemplo, aunque no sea científica, es Ellen McArthur, una mujer que ha impactado por ser la ideóloga de la economía circular. Realmente está influyendo en toda la economía mundial y ha cam- biado el proceso de producir no solo plásticos, sino un montón de productos. Esta entrevista forma parte del proyecto 'Científicas y Cambio Global. Programación de la Red de Cultura Científica del CSIC’, que cuenta con la colabora- ción de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología - Ministerio de Ciencia e Innovación. La investigadora señala que la biotecnología es el futuro, pero siempre en combinación con la química / Sandra Díez.
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