OPINIÓN ¿Por qué tras una década en la Universidad de Harvard decide asumir la dirección del IAAC? Tengo una historia previa con el IAAC. Estudié en la Escuela Politécnica de Arquitectura de Madrid y, justo cuando estaba acabando la carrera, gané un concurso en el año 2005-2006 que precisamente promovía esta institución, el IAAC. Como estudiante fui el ganador de ese concurso, de entre 350 propuestas, que me permitió cursar un máster mientras finalizaba la carrera. La relación con el IAAC fue muy exitosa, hasta el punto que estuve aquí unos años como investigador y docente, para varios proyectos de construcción con temas de industrialización. Hicimos un proyecto carismático que se llamó la Fab Lab House, que se expuso en el Solar Decathlon House. Posteriormente, recibí una beca de La Fundación La Caixa para estudiar en Estados Unidos, en concreto, en la Universidad de Harvard, donde estuve doce años. Una gran experiencia, ya que me dio la oportunidad de acabar mi doctorado, pero también dar clase y publicar varios libros. Con esto, en el último año volví a colaborar más activamente con el IAAC, en particular con el proyecto de Valldaura Labs, muy focalizado en construcción en madera e industrializada. Dispone de un campus de trece hectáreas en el parque de Collserola, donde se intenta reproducir una especie en miniatura de la cadena de valor que implica construir un edificio. Es decir, tenemos el bosque, la materia prima; pero también la cortamos, la dimensionamos, la procesamos… hasta convertirla en un producto industrial, y la utilizamos para hacer prototipos. Es una cadena de producción industrial a pequeña escala, que nos permite formar a estudiantes y controlar todos estos procesos. Por mi vinculación, el año pasado el IAAC repensó su gobernanza y se ha decidido hacer una apuesta desde el patronato de la fundación, para crear la figura de un director general que gestione tanto la visión de contenidos intelectual de la institución, como la parte más ejecutiva y operativa de la organización. Mi etapa americana ha sido alucinante, porque me permitió trabajar en instituciones como el Banco Mundial. Para mí es una vuelta a casa con un proyecto que también siento como mío, que consta de dos componentes fundamentales. Uno es estar en la cresta de la ola de la innovación, en todo lo que tiene que ver con la arquitectura; y, por otro lado, lo que me encanta del IAAC es que combina academia con investigación y proyectos. Es una apuesta ilusionante. Como bien ha recordado, mientras era estudiante del IAAC ganó uno de los premios más prestigiosos de la institución, que le permitió formarse en Estados Unidos. ¿Qué arquitectura quiere trasladar al IAAC? El IAAC básicamente es un centro de educación, de investigación, de desarrollo de proyectos, pero también de comunicación, de divulgación y promoción. Para nosotros es tan importante lo que hacemos, pero también cómo lo comunicamos y cómo lo contamos al mundo. Además de estas 4 vertientes que tiene el IAAC el denominador común es estar siempre trabajando en lo que es innovación y todos los campos relacionados con la arquitectura. Ya sea a veces construcción avanzada, robótica, nuevas tecnologías o materiales, nuevos procesos de fabricación hasta la parte más digital y de software en tecnologías de diseño. De alguna manera, el IAAC ha creado un modelo en el cual una base importante la forman los estudiantes, con más 250 alumnos, que vienen en un momento muy dulce, ya que se han formado como arquitectos, algunos de ellos con años de experiencia, que recalan aquí para ampliar su formación con un máster o postgrado. Esto nos permite tener un grupo de estudiantes en un momento en que ellos también quieren especializarse y de ahí que se cree una relación simbiótica, para trabajar en temas avanzados. En este sentido, el área académica representa un porcentaje importante en el IAAC en torno al 40-50% de la facturación. Tenemos otro 30-40% que proceden de proyectos públicos. Además, una gran parte son iniciativas europeas de investigación, pero también participamos en proyectos nacionales y locales con el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo. Asimismo, muchos de los contenidos que genera el IAAC se desarrollan a través de proyectos de investigación financiados. Por otro lado, también disponemos de área de consultoría, para aquellas empresas que soliciten innovar, impulsar determinados proyectos constructivos o desarrollar herramientas de fabricación digital. Nosotros no queremos entrar en ningún proceso que implique producción, pero sí realizar de la mano de empresas e instituciones la parte de investigación y desarrollo, que a ellos luego les permite generar nuevos productos o herramientas. En paralelo, realizamos muchos eventos, conferencias, simposios, exhibiciones, congresos que nos permiten seguir liderando en materia de innovación y desarrollo. Por darte algunas pinceladas en cuanto a contenidos, el IAAC ha sido pionero en adelantarse a lo que está por venir. Cuando nadie hablaba de fabricación digital, el IAAC fue el primero en tener un laboratorio de fabricación digital que denominó Fab Lab Barcelona. Fue el primer nodo que hubo en Europa, como una la red de laboratorios. Tuvimos las primeras máquinas cuando la gente todavía no entendía para qué podían servir y veinte años después, prácticamente, todas las universidades incorporan este tipo de herramientas. Años después, en 2010, arrancamos con toda la innovación en cuanto a Smart city, así como el rol de la digitalización en la ciudad y los edificios, cuando ahora es un boom. Cuando creamos la Fab Lab House en 2008-2009 ya empezamos a hablar 21
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