Construcción Industrializada_CW14

ACTUALIDAD La primera vez que, como equipo de arquitectos, propusimos la madera como material de construcción, en el año 2005, fue como solución a una remonta sobre una casa particular entre medianeras de tapial en un pueblo de Lleida. El argumento principal fue el peso del nuevo material, el CLT, y fue este el que convenció a los propietarios del inmueble. También les convenció la calidez y la sostenibilidad que pretendían para su vivienda. Posteriormente, y ya para un constructor y promotor inmobiliario privado, en una rehabilitación de un edificio de viviendas, le convenció la idea que para mover una viga de acero eran necesarios dos o tres operarios. Pero para transportar dos vigas de madera solamente necesitaba a un operario. Hizo números y nos aceptó la solución constructiva. Al año siguiente, en un proyecto de remonta en un edifico del ensanche barcelonés, frente a una propuesta hecha con construcción tradicional, el propietario se decantó por una solución en madera, pues el análisis del descenso de cargas con la solución estructural en madera no requería recrecer los cimientos existentes, lo que significaba un importante ahorro económico. ¡Cuánta razón tenía Buckminster Fuller cuando le interpelaba al Sr. Foster que contabilizara el peso de su edificio! (¿Cuánto pesa su edificio, señor Foster? Documental dirigido por Norberto López Amado y Carlos Carcas). O sea, a pesar de la profunda convicción que la madera es un material con enormes virtudes, las razones y argumentos para su utilización en los primeros proyectos que pudimos proponerla fue por su ligereza, frente a la construcción tradicional de muros cerámicos, forjados de vigas y bovedillas y pesadas losas de compresión de hormigón armado. De la respuesta al peso del edificio el Sr. Foster se dio cuenta que, buena parte de las toneladas de material estaban bajo tierra, en la parte menos visible del edificio. Volviendo a la ligereza de la madera, es evidente que cuanto menos pese un edificio, menores podrán ser sus cimientos. La insidiosa pregunta de B. Fuller pretendía hacer reflexionar y forzar a las soluciones arquitectónicas y los materiales a ser y trabajar de la forma más eficiente posible, con el fin de mejorar sus prestaciones y reducir el consumo de materias. La misma pregunta actualizada a las circunstancias de este momento de la historia deberían cuestionar también: ¿cuántos recursos consume, cuantas emisiones de CO2 genera la construcción de su edificio? Las respuestas a estas preguntas no son evidentes, pero si hay un material de construcción que resuelve bien estas cuestiones, este puede ser la madera y sus productos derivados. La madera proviene de un producto natural y bien gestionado inagotable. Por su naturaleza, la puesta en obra es con técnicas en seco (sin consumo de agua), lo que facilita la prefabricación e industrialización con el consecuente ahorro de materiales y disminución de residuos. Evidentemente, no todo son virtudes: la estanqueidad al aire o el aislamiento acústico son retos de los cuales ya se tienen las soluciones, pero todavía difíciles de implementar en la construcción actual. Por último, y probablemente el que mayor proyección le dé a la madera como producto para la construcción, es su bajo tasa de emisiones de CO2 asociada al material. Si el nuevo reto de la construcción es descarbonizar el sector, la madera parece el material idóneo. NOTA DE LOS AUTORES Ejemplos de edificios de nuestro entorno, construidos con protagonismo de la madera: la Borda de la cooperativa LaCol Arquitectes, Viviendas positivas en Dosrius de Josep Bunyesc o el Centre de Vida Comunitaria de Trinitat Vella de Haz Arquitectura. EDITORIAL Oriol Muntané Doctor Arquitecto y Profesor de la UPC YA NO SOLO DE PESO VA EL TEMA

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