18 Áridos Iniciamos un año 2023 que se presenta ante nuestra industria como una ventana a un paisaje repleto de incertidumbres y, a la vez, de grandes oportunidades. Los datos económicos sectoriales que vamos conociendo sobre 2022 nos muestran una ralentización de la construcción y un leve retroceso de los sectores suministradores y nos adelantan una atonía del consumo de áridos a medio plazo. Es cierto que hay elementos positivos, como el hecho de que los presupuestos generales del Estado hayan sido aprobados con un incremento de la inversión en construcción y el hecho de que se trate de un año electoral en la mayoría de las comunidades autónomas, ayuntamientos y el propio Estado, lo que favorece a la inversión y la ejecución de obra pública. Además, entre 2023 y 2024 se espera una mayor intensidad en la aplicación de los fondos europeos por su aterrizaje tardío. Pero, por otro lado, hay elementos negativos que hay que tener en cuenta y que nos obligan a extremar las precauciones: la inflación anual se va moderando (+5,7% en diciembre y +5,8% en enero) pero todavía es muy alta y con tendencia al repunte. El escenario principal previsto por el Banco Central Europeo y el Banco de España augura un incremento del IPC del +5% en 2023 (CEOE: 3,0%) y de +2% en 2024. La tasa anual del Índice de Precios Industriales (IPRI) general en el mes de diciembre ha sido del + 14,7%. La mencionada escalada de precios influye en que la evolución de los precios de energía y suministros sea difícil de predecir y que, si el escenario se complicase, pudiera haber nuevas huelgas del transporte que afectarían a la industria. De hecho, ya estamos experimentando el impacto creciente de los costes derivados de los objetivos de neutralidad climática como son la subida de impuestos (y/o retirada de incentivos) a los combustibles fósiles o sus incrementos de costes por la inclusión de aditivos para la reducción de emisiones, así como el fin de las ayudas públicas al coste de la energía. Además, debemos mencionar el previsible impacto de las políticas económicas contra la inflación que probablemente incluyan incrementos importantes de los tipos de interés que desembocarán en hipotecas más caras, una consecuente ralentización en el mercado de la vivienda y mayores dificultades de acceso al crédito para las empresas. Otros factores con probable incidencia negativa son el presumible estancamiento de la economía, sin llegar a la recesión (+0,9% para 2023); la posible paralización de nuevas licitaciones en el periodo de formación de los nuevos gobiernos, el impacto de los precios en la dinámica promotora y constructora privada, así como la elevada deuda pública que puede coartar futuras inversiones de las administraciones públicas en infraestructuras y edificación. En paralelo, para completar el panorama, se está produciendo un repunte de la morosidad y de los concursos de acreedores (+21,5% en 2022). Por otro lado, sobrevolando toda la situación anteriormente descrita, no podemos dejar de lado las importantes incertidumbres derivadas de la evolución de la invasión rusa de Ucrania. Año de incertidumbres y oportunidades: balance del sector de los áridos Ramón Ruberte, presidente de Anefa (Asociación Nacional de Fabricantes de Áridos)
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