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EXPERIENCIA VIVIENDO EL ‘ELOGIO DE LA SOMBRA’ Todo estudiante de arquitectura, en algún momento de la carrera, sea en la asignatura de Proyectos, en la asignatura de Composición Arquitectónica o en la optativa de Iluminación, habrá oído hablar del libro ‘El Elogio de la Sombra’, escrito en 1933 por Junichiro Tanizaki. Se trata de una impecable forma de acercamiento a la arquitectura oriental desde un punto de vista teórico que añadirá nuevos enfoques al estudiante para concebir la profesión. Y no podía hacerlo de otra manera que, a través de la iluminación, su uso y su significado. Sin embargo, por mucha atención que uno ponga a la lectura para intentar que cale hondo, nunca se llegará a igualar la sensación de experimentar algo de primera mano. Víctor Jordà Bordoy El buen profesor de Proyectos, aunque sea de soslayo, habrá querido introducir al alumno en la arquitectura oriental y en sus múltiples simbolismos, ritmos, rituales y en cómo este lenguaje se transmite a su construcción sin perder (sino todo lo contrario) su funcionalidad y racionalidad. Recuerdo perfectamente una breve, aunque impactante charla, acompañada de un vídeo sin voz, en la Sala de Actos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, en el marco de la asignatura de Proyectos de primer curso sobre arquitectura doméstica tradicional de Japón. Recuerdo nítidamente imágenes recorriendo el interior de una casa elevada respecto al terreno y rodeada de vegetación, con suelos de tatami, puertas Patio del Hotel ACE Kyoto, diseñado por Kengo Kuma. correderas de papel, mínimo mobiliario… en la que toda la vida se hacía desde el suelo: desde la alimentación hasta el propio recorrido y manipulación de las puertas. Pese a la inicial sensación de absurdo o incluso incomodidad de pensar en desplazarme por mi casa y abrir las puertas únicamente agachado o gateando, ese vídeo de alta calidad gráfica, acompañado deliberadamente por los sonidos que hacían los materiales (suelos, paredes, puertas…) y utensilios domésticos al manipularlos, tuvo en mí un fuerte impacto positivo; de lo contrario no lo recordaría tan nítidamente quince años después. No ha sido hasta ahora, hace escasos días, que he vivido mi segundo capítulo de contacto con la arquitectura tradicional (y no tan tradicional) japonesa: un viaje 8

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