CN48 - iCandela

PROTAGONISTAS tengo autoridad para tomar esa decisión, sino que debe estar en manos de quien produce esas luminarias. Sin embargo, nosotros somos quienes comunicamos y presentamos las luminarias a nuestros clientes y tenemos que tener una comunicación directa con las empresas que fabrican, para que sea completamente honesta, transparente y de respeto mutuo. Porque si ellos prometen algo que después no va a poder cumplir, quien va a quedar mal voy a ser yo ante el cliente. Porque en el fondo estoy siendo la embajadora de ese proyecto, prometiendo que lo van a poder hacer circular, cuando este nuevo modelo no está solidificado, está recién comenzando, no sabemos de aquí a 10 años qué ocurrirá o cómo se podrá reutilizar. ¿Cómo hay que iluminar para alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Esto es lo que se debe desarrollar en los próximos años en nuestra profesión. Debe tratar de encontrar esas hojas de ruta que, quizás, serán diferentes en cada lugar del planeta. Yo diría que la luz natural es algo que recibimos gratis y con conciencia, porque un exceso de luz natural también genera un coste energético, pero el foco tiene que estar en crear la iluminación que las personas necesitan ese específico lugar o una actividad concreta. ¿Menos es más? ¿La iluminación excesiva está obsoleta? Completamente. Al final, si tienes un proyecto espectacular con luminarias que se van a hacer circulares, fabricadas a partir de aluminio reciclado, pero no están entregando la iluminación que la gente necesita, no es sostenible porque estás poniendo una cantidad excesiva de aparatos de iluminación y estás consumiendo energía que no se precisa. Lo más difícil es encontrar esa conexión con las personas, no solo con el cliente, sino con los usuarios y hacerles entender sobre sus necesidades reales, pero también en proporcionarles las herramientas para que puedan controlar la iluminación, de acuerdo con sus propias necesidades. Esto está demostrado por muchos estudios de investigación que la cantidad de luz que los humanos necesitamos para ver es mucho menor que lo que se estipula en los estándares. El estándar es una recomendación no una norma. ¿Existe la posibilidad de estandarizar el uso de luz? De hecho, actualmente no existe ningún estándar que incluya o integre la luz natural y la artificial. Si se habla de 500 lux no significa que uno pueda contribuir a esa luz con iluminación natural hasta alcanzar la cifra que no se consigue de forma orgánica, para que se complemente con la artificial. Es decir, si en un espacio el 80% del tiempo se alcanza 200 lux ¿se necesitan 300 lux con luz artificial? Este tipo de estándar no existe y ese es uno de los problemas que espero que alguien pueda resolver. Si se le da control a la gente ayuda a que uno encienda las lámparas automáticamente y esto puede generar un ahorro energético aún más grande, que tener sensores por todas partes, ya que estos también consumen energía para funcionar. No quiero decir con esto que poner unos sensores de luz natural no consigan ahorrar energía, depende del caso, aunque, obviamente, ahorrará más energía la lámpara que no está encendida que tenerla encendidas todo el tiempo. Ahí está el debate sobre qué es Smart Lighting. Es más inteligente que nosotros sepamos qué y cuánto necesitamos. El período de la pandemia nos ha dado un poco más de independencia sobre nuestro entorno inmediato, ya que trabajamos más en casa, podemos disponer de la iluminación como nosotros queremos. Esto ha provocado también que la gente quiera asumir más control de su entorno inmediato. Si no se da respuesta a lo que se emite en vuestro informe, ¿cuáles serían los peligros a corto o medio plazo? Se van a acabar los recursos tanto energéticos como también en los materiales para construir luminarias, generando un aumento de sus precios. Esto va a provocar un problema de equidad, ya que la gente que pueda optar a una mejor iluminación será quien la puedan pagar y esto debería ir en contra de cualquier reglamento, especialmente cuando pensamos en escuelas, hospitales… Esto tiene una consecuencia directa, de la que se habla poco que es sobre la salud y el bienestar. En definitiva, la iluminación que necesitamos como seres vivos, ya que los efectos de estrés, los problemas visuales, posturales… son causa de una mala iluminación. Sobre la iluminación exterior existe otro riesgo que puede afectar a todos los seres vivos, sin olvidar el tema de la afectación a la visualización de las estrellas por contaminación lumínica. Pero también en aspectos más terrenales sobre cómo afectan al resto de seres vivos, por ejemplo, al hábitat de las aves, los insectos… que forman parte de nuestro ecosistema y que podrían desaparecer. ¿Falta pedagogía para poder dar respuesta a estas nuevas necesidades, para apostar por propuestas más orgánicas? Por supuesto, pero los problemas de sostenibilidad son diferentes en cada país. Hay gente que procede de Blangadesh o de África que vienen a estudiar a Estocolmo, donde hay una de las escuelas de iluminación más destacadas del mundo, y ellos tienen otros problemas como la hambruna, el acceso a la educación, la igualdad de género… preocupaciones que quizás aquí en Europa ya hemos tratado de resolver y es ahora más crítico el tema del medio ambiente. Además, pese a que países como Estados Unidos están intentando minimizar las emisiones de CO2, en zonas asiáticos como China no están trabajando para ello. Espero que este informe contribuya a motivar a la gente, para que aporte su granito de arena, ya que su esfuerzo sí que tiene un valor, para impulsar una nueva forma de hacer iluminación. Además de ser embajadora, lo pone en práctica en sus proyectos de iluminación. He trabajado los últimos 15 años como diseñadora de iluminación y en los primeros 7 años estuve en un estudio más pequeño, sólo de iluminación, donde los proyectos en los que trabajaba era los que podía pagar un Lighting Designer. Esto me llevó a replantearme qué tipo de iluminación quería 51

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