TRIBUNA Quizás uno de los retos más acuciantes que debemos emprender en la actualidad es el del lenguaje de las palabras relacionado con la iluminación artificial. Hay que desarrollar un vocabulario preciso que sea ampliamente comprensible por todos los agentes que intervienen en el proceso de diseño de la iluminación, desde los diseñadores y proyectistas, a los instaladores pasando por la industria luminotécnica y los prescriptores concursales. El proyecto de iluminación utiliza los mismos medios gráficos que el proyecto de interiorismo y de arquitectura y se comunica verbalmente con el uso de las palabras, si bien el lenguaje arquitectónico cuenta con términos, acuñados y definidos a lo largo del tiempo, que permiten una comunicación eficaz, no ocurre lo mismo con la iluminación. No disponemos de un vocabulario válido para definir las ideas de un proyecto de iluminación artificial, ya sabemos que los datos técnicos son claros, precisos y medibles, pero no suelen ser estos los que definen la cualidad del proyecto ni transmiten su imagen, sino otras expresiones vinculadas a sensaciones perceptivas, emocionales o de inteligibilidad del espacio. Y es aquí donde tenemos un gran vacío lingüístico, que necesita desarrollarse de forma consensuada y verificada por todos los agentes implicados. Es ciertamente paradójico que, en pleno auge de la inteligencia artificial, todavía carezcamos de términos comprensibles objetivamente para hablar de la luz. Adrià Muros Alcojor, Director del Taller de Estudios Lumínicos de la UPC Barcelona-Tech
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