iCANDELA_CN46

TRIBUNA Hace unos días, leí en un periódico el siguiente titular: “La tecnología de la iluminación será clave para luchar contra el cambio climático” y me surgió la necesidad de trasladar el mensaje a una imagen comprensible para la mayoría de personas. Según datos del IDAE, el consumo eléctrico en iluminación residencial en España en 2020 fue de 1,72 MTep (MTep = millones de toneladas equivalentes de petróleo), lo que equivale a 36.550 Mwh (Mega watios hora) y a una emisión total de 36,55 millones de kilos CO2. Si nuestro coche familiar emite 0,25 kg de CO2 por km significa que, podríamos haber recorrido 146,2 millones de kilómetros. Es decir que “el sector de la iluminación artificial residencial generó en 2020 las mismas emisiones de gases de efecto invernadero, que un coche dando 3.655 veces la vuelta a la tierra”. Dicho así está clara la dimensión del reto al que nos enfrentamos. En nuestro trabajo desde lo macro a lo micro siguen desafiantes y concernientes los desafíos de la sostenibilidad. Ya no hay vuelta atrás, estamos en tiempo de descuento. La innovación tecnológica del sector de la iluminación debe poner su foco en reducir las emisiones de carbono; esto no solo se consigue reduciendo el consumo eléctrico a través de mejorar la eficiencia, sino que exige también mejorar todos los procesos comprendidos en el análisis del ciclo de vida ACV, que van de ‘la cuna a la cuna’. Es decir, desde la extracción de las materias primas, la fabricación de productos, el transporte y puesta en funcionamiento, el consumo durante toda su vida y el reciclado o reutilización final hasta iniciar el ciclo nuevamente. Hacer esto significa seguir apostando por lo humano y el bienestar futuro, que engloba innovación tecnológica e iluminación artificial y sin olvidar la madre Tierra. Adrià Muros Alcojor, Director del Taller de Estudios Lumínicos de la UPC Barcelona-Tech

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx