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o destellos (pequeños cristales, espejos o simplemente fuentes de luz al des- nudo). Los países nórdicos, en cambio, son totalmente amantes de la luz muy cálida, como contraposición a su clima principalmente frío y de cielos cubier- tos, y distribuyen la luz en forma de reflexión, usando pantallas, difusores, superficies reflectoras o iluminación rasante. Casi nunca muestran la fuente de luz (lámpara) de forma directa. El uso que hacemos de la luz, o las carac- terísticas de ésta que potenciamos, refleja, pues, nuestro modo de pensar, nuestras estructuras internas, nuestra concepción de la realidad, la importancia que le damos a unos actos cotidianos por encima de otros, convirtiéndose en pequeños rituales más que en simples necesidades fisio- lógicas. Del mismo modo que la ropa o la gastronomía, nos muestra quiénes somos y de dónde venimos. n estas habitaciones a la luz fría, pero es algo meramente cultural. O, ¿cuántas veces hemos dicho que una lumina- ria es “más de despacho” o “más de comedor” cuando objetivamente la distribución lumínica que hacen es idéntica? La respuesta es la misma: se trata de herencia cultural. Nuestros modos de iluminar son, a veces, más una declaración de intenciones que un hecho de verdadera utilidad. La pregunta que surge ahora es: ¿La iluminación es un lenguaje universal, como lo es el amor, o se ve influenciada por los aspectos culturales de cada lugar? Soy consciente de que mi pre- gunta lleva implícita una afirmación un tanto comprometida, o quizás discuti- ble por algunos, pero me he querido tomar esta licencia, ya que subjetiva- mente creo que hay gestos, como por ejemplo el tomar de la mano o una mirada poderosa y expresiva, que tras- cienden cualquier lenguaje y superan cualquier barrera cultural. Pero volvamos a la pregunta. El uso y significado que se otorga a los colores sí que es algo que varía en función de las culturas. El color asociado al luto, por ejemplo, es el negro en la mayoría de los países occidentales, pero en paí- ses de tradición budista como China, la India o Japón es el blanco o incluso el amarillo. En Gran Bretaña fue utilizado el color azul, el cual se sigue usando en Irán, mientras que en Siria se usa el azul pálido, o en Tailandia el violeta. ¿Ocurre lo mismo con la luz? La mayoría de estudios que se han hecho respecto a la influencia de la luz en las culturas han sido de ámbito principalmente religioso o ancestral. Hay muchos ejem- plos sobre el uso de la luz cargada de simbolismo en templos, iglesias, pinturas, vidrieras… pero pocos que reflejen su uso en un ámbito más coti- diano. Sí que tenemos, no obstante, algunos datos muy genéricos sobre algunos aspectos. Por lo general, la tendencia en países orientales es la del uso de temperaturas de color más bien frías, posiblemente como sím- bolo de pureza u ostentación, y el de usar materiales que produzcan brillos La luz artificial no únicamente busca imitar la natural, sino generar emocio- nes y acompañar. Foto: José Luis San Román. 21 EXPERIENCIA

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