ICANDELA_CN41

EXPERIENCIA temos, por no mencionar el susto que nos llevaremos al encenderla a media noche cuando nos levantemos para ir al baño: una buena dosis de luz diurna para luego no podernos volver a dormir… ¡No tiene ningún sentido! Pues he aquí la respuesta: se trata de una herencia cultural del siglo pasado. Cuando se empezó a comercializar la luz fluorescente en los años 40, ésta se fabricaba únicamente en tonos fríos, los fluorescentes cálidos llegaron mucho más tarde. En aquella época las habi- taciones de la casa en las que había un mayor alarde tecnológico eran los baños, con la aparición de nuevos apa- ratos sanitarios con agua corriente, y las cocinas, con la aparición de nuevos aparatos a gas. Por ese motivo esas fueron las primeras habitaciones en contar con iluminación fluorescente, en un gesto más simbólico que útil. Con el paso de los años y la transmi- sión generacional hemos asociado La luz como elemento festivo y emocional. Fotografías del efecto láser en el bar musical Pachito de Sitges. Foto: Víctor Jordá. 20

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