iCANDELA_CN39
PROTAGONISTA Habla de la Dipping Light… ¿Cuál es su historia? Parte de una excusa, de un briefing muy básico, de cómo se puede hacer una pantalla de una lámpara directamente en la bombilla. La realidad es que nace también de una performance que hacía en la que tiraba pintura encima de una bombilla hasta que se apagaba la luz de la habitación y dejaba a todo el mundo a oscuras. Allí pensé en qué pasaría si sumergiese una bombilla encendida en un bote de pintura, y que esta pintura sirviese de pantalla de la lampara, que dirijiese y con- trolase esa luz. Para mí, el secreto de la Dipping está en esta idea de gradación de color que viene a través de dar capas, que es algo que yo no había conceptualizado. Al dar una capa la bombilla seguía brillando demasiado, entonces esperé que se secara y le di otra capa, así sucesivamente. Y ahí nació esta idea de las capas que es lo que le da valor al proyecto. Es un proyecto que ha crecido de una manera muy orga- nica, empezó como una instalación para el escaparate del restaurante Il Giardinetto en Barcelona, más tarde algunos interioristas y tiendas me fueron pidiendo pequeñas series… Hasta que la tienda del MoMa de Nueva York pidió 500 unida- des y ahí fue como empezó una aventura casi empresarial, y después de estar un tiempo detrás de toda la gestión y todo lo que esto representaba, apareció Marset. Además de tener la infraestructura necesaria, lo que me parece extraordinario es la visión y la flexibilidad para incorporar un experimento como la Dipping, escalando el sistema de fabricación artesa- nal a unas necesidades más industriales pero manteniendo el carácter único de cada pieza, el valor material y de proceso que caracteriza esta lámpara. Su trabajo se expone internacionalmente. ¿Qué supone para usted este hecho y el reconocimiento a su trabajo? En el momento en el que pasó, acabando el Royal College, fue como una palmadita en la espalda. No puedes vivir de ello, pero te anima a seguir. Para mi fue importante en su momento, pero después dejas de darle tanta importancia y se convierte de alguna manera en una parte más del trabajo. En Londres formó parte del colectivo OKAY Studio. ¿Qué le ha dejado aquella experiencia en su forma de trabajar? Está muy relacionado. OKAY Studio, en realidad, era un grupo de amigos que nos conocimos estudiando en el Royal College, y al acabar nos preguntamos "¿y ahora qué hacemos?" Y nació de ahí, de la voluntad de seguir teniendo lo que teníamos en la universidad. Un compañero ganó una beca que invirtió en un taller, y a partir de ahí teníamos un espacio en el que cada uno tenía su mesa, y también un taller compartido donde podíamos producir estas ideas y prototipar. Esto es lo que tengo y hago ahora, y me viene de Londres y de OKAY Studio, el estar más en contacto con las herramientas, la fabricación, los materiales… Es algo que en Londres pasa mucho más. Para que un diseño guste y funcione, ¿qué debe tener? ¿Estética y funcionalidad van de la mano? Sí, estética y funcionalidad van muy de la mano. Pero la fun- cionalidad ya la tenemos muy resuelta en el mundo en el que vivimos. Que un proyecto funcione tiene que ver mucho con las tendencias y, evidentemente, con una estética, pero no creo que sea algo que se pueda buscar. Yo no tengo una fórmula para repetir lo que ha pasado con la Dipping, 59
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