CK28 - Tierras Caprino

nº 28 - pág 74 tierras CAPRINO] 2019 medio 4 kilogramos de canal, siendo una carne muy blanca y tierna, propia de un animal de no más de 35 días que ha estado tomando leche materna en exclusiva. En la zona de Levante, los pesos de canal están sobre los 4,5 kilogramos de media cuando se trata de cabritos de raza Murciano-Granadina. En el caso de los animales de razas de aptitud cárnica, el peso de la canal de cabrito lechal sube a los 6 kilogramos. Estos pesos los alcanzan con treinta días de edad y son los pesos de mayor demanda. La costumbre de sacrificar a estos pesos es debido al hecho de ser subsidiarios de la producción de leche y también de obtener mayor número de partos/cabra/año, aunque la variabilidad de pesos puede ser acusada debido al índice amplio de prolificidad, a veces cercano a 2, lo que indica que hay partos simples, dobles y triples y, por tanto, pesos variables al nacimiento, que repercuten en el tiempo empleado para alcanzar los pesos de referencia de mercado. La forma de alimentar estos cabritos está siendo variable debido a cuestiones tanto productivas, como sociales y gastronómicas. De una parte, el cabrito se alimenta directamente de la madre siendo un proceso muy eficaz, pero con ciertos riesgos. Existe la posibilidad de contaminar al cabrito si existe enfermedad en la madre y también que sea el vector que contamine otras cabras del rebaño, en el caso de los que se acostumbren a mamar de varias hembras. Esta forma de producir cabritos está siendo muy demandada por grupos ecologistas y animalistas, donde producir animales con la cercanía de lo tradicional y el bienestar animal predomina sobre otros factores como es la sanidad global de la granja caprina. Este es el verdadero cabrito lechal, de gran aceptación en restaurantes regentados bajo la filosofía de alta gama culinaria. En algunos rebaños se está combinando la alimentación de leche líquida materna con la alimentación sólida, la cual empieza a ser aceptada a los escasos ocho días de vida, estimándose estos también como cabritos lechales cuando alcanzan ocho kilos de peso, momento en el que se sacrifican. En este caso se requieren cuidados especiales de limpieza e higiene del manejo, así como una profilaxis adecuada que comienza con la transmisión de defensas vía materna, para lo que el rebaño deberá ser inmunizado en las proximidades de la época de parto, sobre todo en lo que atañe a los diversos grupos de ‘Clostridiun Perfringes’, siguiendo de la aplicación de sueros adecuada al nacimiento, junto con aplicaciones de vitaminas liposolubles. La limpieza e higiene se extremarán, teniendo cuidado de separar los cabritos lo antes posible de la madre y pasadas las dos primeras semanas de vida se comenzará la vacunación frente a las pasibles enterotoxemias. De esta forma se evitan las transmisiones de enfermedades entre la cabra y el cabrito y que este pueda contaminar a los compañeros del rebaño. Es una forma excelente de mantener la cabaña saneada, sobre todo si se dispone de un pasteurizador para eliminar los patógenos que pueda transmitirse a través de la leche. De igual forma, se está realizando lactancia artificial con leche maternizada que se diluye en agua tibia, bien en cubos bien en máquinas nodrizas, y de donde el cabrito lo va succionando a medida que lo necesita, por lo que se puede denominar como una alimentación ‘ad libitum’. Según estudios realizados en comparación leche materna frente a leche maternizada, el tiempo en alcanzar el peso vivo de sacrificio conlleva diferencias

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