CK27 - Tierras Caprino

nº 27 - pág 58 tierras CAPRINO] 2019 en zonas semiáridas. TI.- El sector parece que vive desde hace años inmerso en la dicotomía intensificación/extensificación como alternativas de trabajo. ¿Usted cuál cree que deberá priorizarse de cara al futuro? ¿Por qué? J.F.- Para mí, el mejor sistema de producción es aquel que sea más sostenible económica-ambiental y socialmente, es decir, aquel que permite una mayor rentabilidad para el ganadero, una mayor sostenibilidad con el medio ambiente (menores emisión de CO2 por litro producido, un adecuado sistema de gestión de residuos, menor uso de medicamentos, etc.) y una mayor conciliación familiar y social para que ser ganadero hoy sea una alternativa para nuestros jóvenes. Hay que ir desterrando la vieja imagen de miseria, precariedad y esclavitud, si se me permite la palabra, por modernidad, gestión empresarial, innovación, emprendimiento, y bienestar de muchas de nuestras granjas de hoy. Si se dan estas condiciones, el que se hagan en extensivo o en intensivo es lo de menos. Otra cuestión es el beneficio medioambiental que sin duda aportan a la sociedad las ganaderías pastorales en nuestros ecosistemas, y su escaso o nulo reconocimiento social, político y económico. Creo que es necesario mantener esta ganadería con ayudas específicas de mucha mayor cuantía dada la importante labor que realizan en el mantenimiento de muchos de nuestros Parques Naturales, en los productos de calidad diferenciada tan reconocidos hoy día, en el mantenimiento de una cultura ancestral y en la conservación de unos recursos genéticos a través de nuestras razas autóctonas en peligro de extinción. Este sistema a mi juicio está fuera del debate intensivo, extensivo, rentabilidad o no, es una cuestión de Estado el mantener este patrimonio, al igual que se hace con el lince o cualquier otra raza silvestre amenazada. TI.- ¿Cómo se imagina que serán las granjas de cabras en el transcurso de unos pocos años? ¿Cabe pensar que haya grandes unidades de producción, automatizadas e incluso robotizadas, o eso no es imaginable en el trabajo con esta especie? J.F.- Me gustaría que hubiera tantas granjas como sistemas productivos posibles, para que al igual que ocurre en la mejora genética, pudiéramos encontrar los genes necesarios ante cualquier adversidad a lo largo del tiempo. El monocolor no es bueno. Espero que sigamos manteniendo nuestras razas autóctonas caprinas, muchas de ellas en peligro de extinción, arraigadas a sistemas de producción ligados al medio ambiente, así como seguir siendo competitivos con nuestras razas de fomento en granjas de precisión, tecnificadas, eficientes y con los mayores estándares de calidad, sanitarios, de bienestar animal para dotar en cantidad y en calidad de los mejores productos a una sociedad cada vez más exigente. Todo esto será posible si avanzamos en la profesionalidad del sector, y ello pasa a mí entender por la formación y el acompañamiento de las asociaciones de criadores de razas autóctonas, junto a nuestras cooperativas. TI.- Volviendo al presente, en general, se tiende a pensar que la intensificación lleva a modelos de trabajo que miran al futuro, más ordenados, más eficientes, con mayor sanidad y tecnificación, que permiten una mayor calidad de vida para el ganadero y que permite construir explotaciones más atractivas para los jóvenes; mientras que la extensificación lleva a modelos más anclados en el pasado, menos productivos y tecnificados, que requieren ganaderos más vocacionales, dispuestos a asumir un planteamiento laboral y vital más ‘duro’, por lo que resulta menos atrayente para los jóvenes… ¿Comparte usted esta visión? ¿Hay vías intermedias? ¿Quizá deban plantearse caminos diferentes en la evolución del sector, según los objetivos que se persigan por parte de los ganaderos? J.F.- Creo que no debería estar reñida una cosa con otra. Si de verdad queremos mantener la ganadería y que haya un relevo generacional, este pasará por dotar de recursos tecnológicos que permitan optimizar los procesos, recabar la información necesaria para analizar técnica y económicamente nuestra granja, ser eficientes y mantener un umbral de rentabilidad mínimo que pese más que el sacrificio social y familiar de ser ganadero de caprino. Si de algo estamos orgullosos hoy las asociaciones miembro de Cabrandalucía es de haber sido capaces de aportar el conocimiento y la tecnología necesaria para gestionar adecuadamente nuestras ganaderías, independientemente de si son pastorales o en estabulación permanente, de si están en 1 hectárea en la Campiña de Sevilla, la Vega de Granada o el Desierto de Tabernas, o si en 100 hectáreas en la Sierra de Cádiz o la Sierra de Aracena. La gestión no está reñida con el sistema de producción. Creo que este es un gran error del que han de darse cuenta quienes pretendan no cambiar nada ante un sector que se está renovando constantemente y que está cada vez más globalizado. TI.- ¿Esa dicotomía intensificación/extensificación se plantea también a la hora de enfocar los programas de mejora genética de las diferentes razas? J.F.- Los programas de mejora o conservación, ahora de cría según el nuevo Reglamento de Zootecnia (UE 2016/1012), dependen más del tamaño de la población y de la estrategia y objetivos de la raza. Clásicamente, las razas de fomento tenían programas de selección y las razas en peligro de extinción tenían programas de conservación. A día de hoy, a mi entender se tiende más a sistemas mixtos de conservación y de mejora, dado que el ‘ambiente’ es cada vez Modelos de Producción

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