EVOLUCIÓN Y PROFESIONALIZACIÓN DEL SECTOR CAPRINO editorial MANUEL SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Doctor en Veterinaria. Profesor Titular de Producción Animal de la Universidad de Córdoba. En este nuevo número de Tierras Caprino- PR se abordan de una manera amena y rigurosa aspectos tan variados como la bioseguridad en las granjas, la sanidad, la alimentación, la reproducción, la mejora genética, el bienestar animal, y hasta la vertebración y comercialización… Algunos de ellos en la línea en que fueron tratados dentro del X Foro Nacional Caprino, celebrado en Antequera a finales de mayo pasado. Son en total 22 trabajos que ofrecen un repaso amplio, serio y actualizado de las cosas que más ocupan y preocupan a los técnicos y ganaderos que trabajan día a día con esta especie y que luchan por resolver sus problemas y poner sus productos en el mercado, después de cuya lectura uno no puede menos que asombrarse y felicitarse por el salto tan importante que hemos dado. En algunos pasajes, es cierto, se hace notar todavía el retraso de nuestro sector respecto a otras especies con mayor peso económico y con un desarrollo científico y tecnológico más avanzado. Pero en el conjunto, se deja traslucir el espectacular avance que la ganadería caprina ha protagonizado en nuestro país en las últimas décadas, casi sin que nos demos cuenta. Y hoy aquí me gustaría resaltarlo, ya que a veces falta perspectiva, entre otras razones porque la mayoría de los técnicos que trabajan en el sector, o bien se han incorporado recientemente al mismo o son, afortunadamente, bastante jóvenes, por lo que un repaso histórico seguramente nos ayudará a valorar lo conseguido en su justa medida. A principios de los ochenta del pasado siglo, ¡prácticamente anteayer!, yo estaba estudiando veterinaria y en mi familia estábamos montando una ganadería “moderna” de caprino de leche, empezando de nuevo con esta especie, después de la práctica desaparición de los sistemas caprinos tradicionales que existieron hasta los años 70, que se basaban en la comercialización de cabritos pesados (sistemas extensivos) y en la venta directa de leche y quesos a los consumidores sin ninguna garantía higiénica y sanitaría. En la Facultad no me explicaron prácticamente nada sobre caprino, salvo la brucelosis, dejando clara esa asociación cabra-fiebres de malta que aún hoy perdura en parte de los consumidores. No había ni un solo compañero que se dedicara al caprino, y por una razón muy sencilla, no había ningún cabrero que llamara a un veterinario. La ganadería caprina era una actividad de subsistencia y con una muy mala prensa en la sociedad. Como bien decían los cabreros de entonces: “las únicas cabras rentables son las que comen en casa del vecino y las ordeño yo”. Mientras, en nuestra “moderna” ganadería ordeñábamos a mano en cubos en el corral, transportábamos la leche en cántaras hasta los primeros tanques de refrigeración que se montaban en los pueblos, a partir de pequeñas cooperativas o a iniciativa de algún particular más avispado. Y allí iban a recoger la leche periódicamente las primeras industrias que la demandaron y después la liquidaban al mes siguiente sin precio acordado y con todo tipo de sobresaltos para los ganaderos. Fue una etapa complicada, en la que aprendimos de caprino a base de sufrir y conocer de cerca las patologías de la especie, de pagar caros nuestros errores en el manejo y la alimentación; en definitiva, y como se decía entonces: “a base de matar y enterrar muchas cabras”. A principios de los noventa, empezaron a racionalizarse los sistemas de trabajo en muchos rebaños y se fue conformando el germen de lo que parecía un sector ganadero que pudiera llamarse como tal; aunque no sería hasta principios del presente siglo, cuando se extendió la formación y hubo una masa crítica de ganaderos y técnicos, que supieron además unirse en cooperativas, asociaciones de criadores y en diferentes grupos de trabajo, permitiendo así dar cauces sus necesidades y problemas, consiguiendo con ese esfuerzo común dar un salto cualitativo que llevaría a crear lo que ahora podemos llamar ‘el sector caprino español’. Hoy contamos con una ganadería caprina desarrollada, tanto en genética como en técnicas de producción, si bien es cierto que tenemos que seguir avanzando, especialmente en bioseguridad y sanidad, y seguir coordinando nuestras estrategias de comercialización. Pero ya nadie puede dudar de que tenemos un sector puntero, referente a nivel internacional. Todo ello me hace sentir muy satisfecho de nuestra trayectoria, y enormemente orgulloso del factor humano que rodea al caprino, de esos miles de ganaderos cada día más profesionales, así como de los ya numerosos técnicos que rodean al sector y que son capaces de dar respuesta a los problemas e inquietudes que les plantean sus empresas y ganaderos Enhorabuena a todos los que lo habéis hecho posible, y ánimo a los que seguís creyendo en el futuro del caprino español y vais tomando el relevo de aquellos que fueron pioneros.
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