CK26 - Tierras Caprino

nº 26 - pág 69 [tierras CAPRINO 2019 X Foro Nacional del Caprino cios toma protagonismo. Ello es debido a que gran parte de la población está en las ciudades, habiendo perdido el contacto con el medio rural, y a que, como consecuencia del creciente comercio internacional, los consumidores obtienen servicios de los ecosistemas de todo el planeta. La dependencia de las personas de la naturaleza es innegable, como lo es también que ésta está sufriendo un importante deterioro. A partir de los años 70 se desarrolla una conciencia social acerca de la crisis ecológica global. Este interés no solo viene dado por un deber ético, la necesidad de dejar a nuestros hijos un planeta, al menos, tal como el que nos hemos encontrado, sino también por nuestro propio interés, ya que los ecosistemas y su mantenimiento son la base de nuestra subsistencia, así como del desarrollo económico y social del que depende nuestro bienestar. Cada vez es más recurrente en las noticias o en las conversaciones cotidianas, la preocupación por el cambio climático. Este fenómeno en realidad no hace referencia al cambio climático en sí, ya que éste cambia de forma natural, sino a la ‘sospecha’ de cómo las actividades antrópicas pueden provocar efectos negativos en el clima. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, éste es “un cambio del clima debido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que va más allá de la variabilidad climática natural”. El efecto que las actividades antrópicas pueden tener sobre el clima es difícil de predecir de forma precisa, ya que depende de múltiples factores que son cambiantes e interaccionan entre sí. No obstante, se admite plenamente que la acumulación de los gases de efecto invernadero en la atmósfera (GEIs; dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonados, perfluorocarbonados y hexafluoruro), como consecuencia de las actividades humanas, contribuye a la elevación de la temperatura promedio global, la principal manifestación de este fenómeno. En la Figura 1 se muestran las actividades humanas que emiten más gases de efecto invernadero, aunque como afirma Mitloehner en su artículo de opinión publicado por el diario El País (2018), las comparaciones entre subsectores deben realizarse con cuidado, ya que no siempre se usan los mismos criterios metodológicos. Mientras que para medir las emisiones del ganado, la FAO ha tenido en consideración todos los factores asociados a la producción de carne, entre los que se encuentran las emisiones generadas por la elaboración de fertilizantes, la conversión de bosques en pastos, el cultivo de materias primas destinadas a la alimentación animal y las emisiones que provienen de los animales desde su nacimiento hasta su muerte, cuando analizaron las emisiones de carbono producidas por el transporte sólo tuvieron en cuenta las emisiones directas de coches, camiones, trenes y aviones. En este último caso, ignoraron los efectos sobre el clima que provienen de la fabricación de materiales y piezas de los vehículos, el ensamblaje de los mismos y el mantenimiento de carreteras, puentes, aeropuertos y otras infraestructuras. Como resultado, la comparación que hizo la FAO de las emisiones de gases de efecto invernadero entre ganadería y transporte estaba completamente distorsionada al no existir una evaluación del ciclo de vida completo del transporte con la que se pueda comparar el realizado para la ganadería. De los distintos gases mencionados, tres son los que podrían determinar importantes modificaciones en el clima: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Las emisiones de dióxido de carbono son las principales responsables del calentamiento del planeta y proceden de la producción y utilización de combustibles fósiles como principal fuente energética para los usos más diversos. Las principales fuentes de emisión del metano son la agricultura (digestión el ganado), los residuos (vertederos), y la energía (producción de carbón y distribución de gas natural). Por último, las emisiones de óxido nitroso son generadas por la producción de ácido nítrico y ácido adíptico y la utilización de abonos en la agricultura (Tapia et al 2005). LOS RUMIANTES, LA EMISIÓN DE GASES DE EFECTO INVERNADERO Y LA HUELLA DE CARBONO El tratamiento por parte de los medios de comunicación generalistas sobre la participación de los rumiantes domésticos en el proceso de cambio climático mediante la emisión de GEIs, no ha sido siempre adecuado. Ejemplos de ello son el documental Cowspiracy (http://www.cowspiracy. com) emitido en 2015, en el que se acusa a organizaciones ambientales de ignorar el rol de la industria ganadera en el cambio climático, o la reciente noticia aparecida sobre la futura imposición, desde Bruselas, de un impuesto a las vacas por el metano que emiten. Figura 1. Actividades humanas que emiten más GEIs. Fuente: IPCC 2014. ✚

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